55. El único (+18)

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NATASHA

Mi mente se bloquea con su pregunta. Siento sus manos sobre mi piel, condenándome a un deseo irresistible. Sus caricias me llevan a un punto de placer que nubla toda duda que me quiere invadir, mata mi lado razonable y me convierte en un ser que se deja llevar por puros instintos. Así de mala es su influencia sobre mí, me cambia sin ser capaz de detenerlo y no no entiendo. Acaricia mi entrada, juega a introducir sus dedos, me tortura y luego se niega a hacerlo, no sin antes recibir mi respuesta. En un acto inconscientemente, con la mente totalmente en blanco y dejándome llevar, asiento, quiero hacerlo.

- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso.

Me embiste con sus dedos provocándome unas ansias por sentirlo a él completamente en mi interior, sentir esa erección en mis paredes, embistiendo con fuerza, haciéndome gritar como hace mucho no lo hago.

Agarra mi cabello en una cola y besa mi cuello, precisamente en esa fea marca que siempre llama la atención.

- ¿Qué quieres hacer?...- me cuestiona y escucho el ruido de una cremallera bajándose. Un sudor frío recorre mi espalda, pero no soy capaz de reaccionar, todo en mí está caliente, tanto que ardo en necesidad.

- Yo...- ni siquiera me sale la voz, estoy sofocada, creo que me voy a desvanecer de tanto calor.

Vuelve a besarme en el cuello, me muerde, aparta sus dedos de mí, haciéndome sentir vacía y rápidamente me voltea para quedar de frente. Sus ojos grises están llenos de deseo, su pecho sube y baja mientras pierde la cabeza en lo que estamos haciendo. Agarra mi cuello y por primera vez en todo este maldito juego une nuestros labios en un beso para nada tierno, me arrincona abruptamente contra la puerta y escucho el clic del seguro. Sus labios se mueven sobre los míos con dominación y nada de ternura, los ataca como un animal salvaje, los muerde y succiona haciéndome daño, también haciéndome enloquecer.

Agarra mi cintura y despega mis pies del suelo, obligándome a abrazarlo con las piernas. El beso continúa aún más intenso llevándome al límite de una locura desenfrenada. Pero esos besos no son suficientes, quiero más, mucho más que sentir sus manos sobre mi piel.

Baja a mi cuello desviando sus manos de mí, eso me fastidia, pero comprendo porque lo hace cuando el plástico de un preservativo cae a un lado de su pie. Me mira fijamente a los ojos, no sé que mierda estoy haciendo, pero mi corazón siente que se va a salir de mi pecho.

- Agárrate a mí...- me susurra mientras siento como rompe las cuerdas de mi ropa interior, para luego echar la prenda a un lado. Miro su acción incrédula, me besa y se me olvida de nuevo.

La punta de su miembro acaricia mi entrada y siento algo que nunca había sentido, miedo a ser destrozada en un acto sexual. Solo me acaricia la punta y ya noto lo grande que es, tanto que me aterra imaginarlo en mi interior.

- Agárrate...- me vuelve a ordenar. Cumplo su orden y nada más agarrarme a su cuello entra en mí de una sola embestida.

Un grito para nada ahogado se escapa de mi boca, unas lágrimas se acumulan en mis ojos y rápidamente bajan por mis mejillas. Siento que todo mi maldito interior se rompe, como si ésta es mi primera vez, como si me está quitando la virginidad, cuando de virgen no tengo nada. Su tamaño no es normal, me duele y ni siquiera se está moviendo, solo me observa como si mis lágrimas le estuvieran satisfaciendo. Sonríe y da otra embestida, mucho más dura que la anterior. Me hundo en el hueco de su cuello y trato de retener mis gemidos, algo imposible. No puedo callarme el dolor que estoy sintiendo, un dolor tan grande que la sensación de estar rompiéndome se intensifica con cada maldita embestida.

- ¡Dios!...- sollozo tratando de retener mi llanto, pero se intensifica. Me está destrozando y no parece importarle, al contrario, lo disfruta.

¿Qué mierda estás haciendo Natasha? ¿Qué?... me pregunto sin entender cómo he llegado hasta esta maldita mierda.

Agarra mi trasero y avanza conmigo hasta el escritorio de la peliblanca, echando al suelo todo lo que hay en él para dejarme sobre la madera. De este modo puedo verlo con más claridad, está sumamente perdido en el deseo y la pasión, disfrutando del dolor que me está causando al cogerme de esta manera tan ruda, destrozando todo mi interior.

Sujeta mis muslos y me obliga a abrir aún más las piernas, sale de mí y entra de una embestida que me roba otro maldito grito. Mi cuerpo se relaja sobre ese escritorio sintiéndose al borde. Repite esa acción sin sentimiento, sin amor ni cuidado, pero con el tiempo ese dolor pasa a sentirse bien, sus fuertes embestidas me llenan de un placer nunca antes experimentado. Todo mi cuerpo tiembla bajo el suyo, hace tanto calor que me estoy quemando, el placer y el dolor se mezclan de una manera tan extraña que me hipnotiza.

Termina de quitarme la camisa, la deja caer al piso y seguido se deshace de mi bailarina, agarrando mis senos con su boca en un juego desesperante y doloroso, pues agarra mis pezones con tanta fuerza que me hace daño, todo lo que hace es para lastimarme. Le gusta mi dolor. Se acerca a mis labios, me besa y siento como todo en mi interior se llena de un placer un calculable. Me sonríe, muerde mi labio inferior y me mira directamente a los ojos.

- Disfruta de tu primera y única vez con un hombre de verdad...- me susurra sobre los labios antes de volver a besarme.

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Muy creído el tipo...

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora