60. Tres presas

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VERÓNICA

Retiro el cigarro de mi boca y dejo salir el humo. La frustración no se va, me mata el hecho de pensar que Ruth está en algún maldito club de esta enorme ciudad, sexy y con la idea de divertirse con algún idiota. Ya es el cuarto que me fumo desde que llegamos al Golden, invitados por Christian, que al parecer está prosperando con su primer negocio y está que se sube a las paredes.

A mi izquierda está Christopher, lleva hundido en su mente más tiempo que de costumbre, ni habla ni se fija en nadie. Remueve la copa de líquido azul que sostiene y tras un fuerte suspiro se la bebe de un trago.

- ¿Que mierda te pasa?...- le pregunta el menor de los hermanos cuando se lleva dos pastillas de colores a la boca, las traga y se bebe su líquido azul.

- Te va a dar una sobredosis...- le recalco ganándome su indiferencia.

- Es una noche para disfrutar...

- Como todas tus malditas noches...- comenta el mayor saliendo de su trance. Le miro, tengo mucho que preguntarle, como lo de Natasha. Al llegar a mi despacho no le encontré y mi escritorio estaba hecho un desastre. Él había apagado las cámaras, por lo que solo tengo gravado cuando entró.

- Tu mal humor se debe a que necesitas más adrenalina en tu vida...- se burla Christian volviendo a drogarse. Manda su cuello hacia atrás, saca su arma y apunta a cualquier lugar con los ojos cerrados. - No sé tú pero tengo ganas de matar a alguien...- dice como si nada y niego convencida de que el Christian que yo conocí está totalmente muerto.

- Baja esa pistola antes de que mates a alguien frente tantos testigos...- le demanda su hermano acariciando su cabello. No se ve bien, pero sé que no por los negocios. Christopher maneja los negocios de su familia desde que tiene memoria y lleva ocho años siendo el único Wagner con poder suficiente para eliminar a una familia entera. Incluída la mía.

- Te has vuelto incluso más aburrido que Verónica...- sonríe y trato de ignorarlo. - ¿Te puedes creer que llevas meses vigilando a una puta camarera?...

La forma en la que se refiere a Ruth me molesta tanto que sin pensarlo le tiro el vaso que estaba sosteniendo. Esquiva a pocos segundos de ser alcanzado y éste se rompe contra la pared a sus espaldas.

- Esa es mi prima...- sonríe divertido y se levanta algo tambaleado. - Me gusta cuando sales de tu calma... ¿Por qué no lo haces del todo y te coges a esa idiota a la fuerza?... Así es mejor.

- No soy como ustedes...- respondo volviendo a fumar. Christian me enoja con su mera presencia.

- Eres peor y lo sabes... ¿O te olvidas de todo lo que hiciste en tu pasado?...- me mira y siento ganas de rajarle ese maldito cuello como una vez estuve por hacer de no ser por Christopher.

- ¿Quieres que te recuerde quién eres Christian?...- me paro y antes de dar un paso, el mayor se interpone entre ambos.

- Parecen unos puntos críos...

- Habló el más cuerdo...- bufó el rubio menor bebiéndose otra pastilla. Esa noche estaba más descontrolado que de costumbre. - Dime, Christopher... ¿Ya te cogiste a la bailarina?...

Al hacer esa pregunta el aludido vuelve a tomar asiento, prende un cigarro y da una calada con calma. Le observo, quiero oír lo que tiene que decir ya que ayer Natasha estaba hecha una completa mierda.

- ¿No vas a responder?...- insisto volviendo a tomar asiento. Suelta el humo y me muestra una sonrisa ladina, fría como su ser. - La ví ayer y estaba llorando...- me sirvo otro vaso y doy un trago. - ¿Qué le hiciste?...

- Me la follé sobre tu escritorio...- me responde como si nada. Mi mandíbula se tensa y tengo unas ganas de apuñalarlo en algún lugar que no le mate.

¿La violó y está ahí tranquilo? ¿Le dije que se apartase, que no le quiero cerca de mis chicas y me dice que destrozó mi despacho cogiéndose a una...?

- Christopher...

- Se abrió a mí como una maldita perra deseando ser follada por un hombre de verdad...- su transparencia me molesta. No creo que ella se halla entregado a él por voluntad propia.

- La obligaste ¿Verdad?...- le fulmino con la mirada y bebe de su copa.

- Te dije que sería mía, no que la obligaría a serlo... - mira a donde está bailando la gente. - Las mujeres son tan fáciles como un arma, tocas el lugar indicado y te dejan hacer con ellas lo que quieras... Son unas putas...- vuelve a mí intensamente. - sin excepción...

- Hablas como si no tuvieras a ninguna en tu vida, recuerda que tu madre y tu herma...

Ambos chicos me miran fríamente y me interrumpo antes de decir algo que no debo mencionar. De la nada la tensión aumenta y se crea un ambiente pesado. Christian vuelve a drogarse mientras su hermano se queda callado, pensativo y molesto. Le veo apretar el puño y sé que por dentro está peor, odia que se la recuerden.

- Tu bailarina aceptó que me la cogiera, lo hice y la desheché...- dice tratando de calmarse, pues su enojo también altera a Christian, quien aumenta la dosis.

- ¡Para con esa mierda!...- le grito, pero me ignora, ya tiene los ojos idos y la piel muy pálida.

- Deja que se mate...- escupe Christopher volviendo a fumar. No está bromeando y el otro también lo nota.

Suspiro cansada de ambos, me levanto arreglando mi traje y le observo con cautela.

- Espero que hayas disfrutado de tu juego porque ella se largó ayer...- al decirlo alza sus ojos grises y me fulmina con la mirada.

- ¿Vuelves a jugar conmigo?...- su tono amenazador vuelve.

- Será que ya no las enloqueces...- le digo avanzando hacia la supuesta barranca desde la que se observa todo el local. - Tomó sus cosas y se fue... Se acabó el juego...- le miro por encima del hombro y sonríe siniestramente.

- Puedo encontrarla en otro lugar...- asume y siento un pequeño escalofrío.

- Busca a una persona sin nombre ni rostro...- susurro bebiendo de mi copa.

- Señorita Adams...- su voz me congela y volteo a verlo. ¿Cómo mierda sabe eso?. - Facultad de derecho...- sonríe. - Será fácil dar con ella sin tu ayuda...

- Adelante...- le reto con la mirada volviendo a observar a las personas. - a ver cuánto tardas en coincidir con ell...- mis palabras vuelven a quedarse en mi garganta cuando reconozco esa melena negra que se remueve en la pista de baile del primer piso. A su lado, y como angeles inseparables, están sus dos amigas y una de ellas es la que más me remueve el estómago.

«Natasha está aquí y este idiota también»

- ¿Qué tanto miras?...- siento su respiración cerca de mi cuello y me tenso al ver cómo copia la dirección exacta de mi mirada. Una enorme sonrisa aparece en sus labios.

- Llegó la presa...

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora