129. Dyn: ¿Amor y obsesión?

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VERÓNICA

— Soy la tercera hija de un clan de hombres... La menor de tres hermanos y las más capacitada para sostener el negocio familiar, aunque no lo hago...— susurro sintiendo sus manos en mi espalda, suaves y relajantes. — Nací en Serguiev Posad, un pueblo de Rusia. Mi madre quería visitar un maldito monasterio ortodoxo y se adelantó el parto...— mi padre siempre cuenta esa historia entre el enojo y una sonrisa —Días después me trasladaron a Moscú... Mi padre esperaba un niño, pero mi peculiaridad le pareció fascinante... Decía que los ojos de ese bebé eran los más claros y bellos que había visto, la piel pálida demostraría la fuerza y determinación, y ese peculiar cabello blanco me daría calma...

«Un cabello no define a una persona »

— Verónica: portadora de victoria...— suspiro viendo las letras en mi brazo.

«вероника»

— Mi familia se componía de cinco miembros: — no me gusta hablar de ellos. —mis padres, mis dos hermanos y yo... Juntos formamos un hogar peculiarmente cálido... No éramos la familia perfecta, éramos la típica familia que encabezaba un tráfico a nivel internacional...

La miro sobre el hombro, su rostro trata de no mostrar su incomodidad con respecto a lo recientemente dicho. Sin embargo, es imposible ignorar eso último.

— ¿Tráfico?— sus piernas me abrazan con más fuerza mientras su mano sigue acariciando mi espalda.

Trago saliva buscando la manera menos jodida de responder a esa duda. Ese siempre ha sido el puto problema, que por más que trates de ser buena persona con quien quieres amar, ésta solo verá al monstruo que tratas de ocultar.

—Armas , drogas y reliquias artísticas valoradas en miles de millones de dólares...— respondo observando cada una de sus expresiones. No me juzga, pero noto el temblor en sus manos. — Ruth...

— ¿Has matado a alguien?...

Una pequeña risa se me escapa con esa pregunta, una tan amarga que responde, ya que de mi boca pesa decir algo así.

Siento sus manos detenerse un poco y creo que es porque está pensando en la estupidez que ha cometido al querer conocerme. Ya estamos aquí, no hay porqué mentir.

— Sí...— respondo y me volteo para quedar de frente. Su rostro es inexpresivo. — Pero nunca a un inocente...— aseguro. No soy una de ellos. — Sé que eso no cambia nada, pero...

— ¿Por qué lo haces?...— susurra sin poder esconder su miedo.

— No todos nacemos para ser buenos y créeme que así es mejor, porque debe haber un equilibrio... Si nosotros somos malos, existen personas puras como tú...— acerco mi mano a su mejilla, no se aparta, pero siento el temblor de su cuerpo. — He estado en esto desde niña, así conocí a la familia Wagner, unos monstruos que se convirtieron en mis anclas...

¿Cómo empezar con esta historia turbia?

— Primero conocí a Christpher... — susurro pensando en ese niño bello que había llegado de imprevisto. Sus ardientes ojos grises, la inexpresividad de su rostro y ese abismo que parecía tragarse toda la luz que debe mostrar un crío.

«Hijos... Él es Christpher Wagner, se quedará aquí un tiempo por seguridad, así que ya saben, cualquiera que viva en esta casa también es de la familia...» mi padre tenía tantos planes.

— A pesar de ser pequeño manejaba bien las armas, aunque todavía le faltaba la fuerza... Mi padre se encargó de enderezarle, de enderezarnos a todos sin miramientos... Así fue que crecí entre ellos, peleando como ellos y aprendiendo a hacer de todo por sobrevivir...

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