137. Dyn: soledad [Últimos Cap]

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CHRISTOPHER


Doy un paso hacia ella y retrocede. No para de llorar, eso altera su respiración y puede provocar algo peor. En su mirada no puedo ver ni un pequeño rastro de luz, una nube de tristeza envuelve sus hermosos ojos, dejándolos hundidos en la oscuridad.

«Se arrepiente»

¿Es eso cierto? ¿De verdad se cansó? ¿Cuánto tiempo aguantó?… Creí que con lo de estas semanas olvidaría el resto, debía hacerlo, pero estaba aquí mintiendo, diciendo que solo siente repulsión hacia mí cuando es mentira, me quiere, no puede decir que no sea así. He visto como su mirada brilla cada que me mira, la estupidez que la empuja a sonreír con ternura, a ignorar mis locuras.

En este momento solo está enojada.

¿Qué esperaba que dijera? ¿Qué yo también la quiero? ¿Que me he enamorado?... No digo mentiras,  no puedo decir que la quiero cuando no es verdad, no sé lo que siento por ella, no sé si estoy obsesionado por querer que sea solo mía o haya algo más que me empuja a preocuparme, a desearla más que ninguna otra, a querer que me sonría como lo hace con el resto.

¿Amor?... No sé que eso. ¿Cómo brindas algo que no tienes? ¿Que no sientes?... ¿Cómo quieres que los sentimientos salgan a flote si siempre estuvieron destinados al fondo del océano?.

Tal vez tenga razón y yo sea un error, o su inocencia no esté preparada para mí.

— Por favor...— insiste. — Creo que esto ya duró demasiado tiempo... No nos conocemos, llegamos a esta absurda relación por unas situaciones que no soy capaz de explicar... — un suspiro se escapa de sus labios. — No pudimos evitar el comienzo, pero podemos terminarlo a tiempo...

— ¿A tiempo de que?....

— No quiero salir lastimada...— su voz se rompe y ahoga un pequeño grito. — Ya fue suficiente...

No debería decir eso, no puedo terminar conmigo, ella me pertenece, debe quedarse a mi lado y...

«Nadie puede quedarse a mi lado»

— ¿En verdad te arrepientes?...— la pregunta la llena de dudas, pero finalmente asiente en silencio. Al hacerlo siento una punzada en el pecho. Es ridículo, no hay razón para sentirme más vacío, debería enojarme, pero veo sus ojos y entiendo que es ella quién está molesta. — Entonces...

— Espero no volver a verte...

Nunca había visto a alguien cansarse y atreverse a decirlo, sin embargo ella lo hace ver tan frío y doloroso. Como esas heridas de bala que no sientes al principio, pero después en soledad, duelen como el infierno. Eso ha hecho, me ha disparado, ha devuelto tantos de los golpes que yo le di, me ha arrastrado hasta aquí para luego irse y hacerme sentir lo que sintieron todas cuando decidía que ya no me servían.

«Ya no te sirvo»

— Está bien...— no me estoy resignando, la daré tiempo para recapacitar. No quiero que se acabe de esta manera, perdería el control y ella lo lamentaría.

«No quiero lastimarla de esa manera»

Cada paso que doy hacia la salida levanta los muros que ella ya había destruido, la frialdad regresa sin demora, siento la ira hacia todo, cualquier calidez desaparece, sus lágrimas dejan de preocuparme. Todo va a peor hasta que abro la puerta y la veo desplomarse en un llanto silencioso.

«He roto tantas corazones y quebrado tantas almas que creí nunca sentir compasión. Ahora veo en qué la he convertido y puedo decir que por primera vez no me gusta una creación ».

Cierro la puerta dejándola sola, al igual que yo en este pasillo. Me detengo ahí unos segundos, mi mente y mi supuesto corazón luchan por un veredicto. Mi cabeza entiende que debe ser así, no debemos sentir más que atracción, que los otros sentimientos solo traen ruina y perdición. Luego habla la parte más estúpida, un corazón desbordando sangre, supuestamente herido, hecho de piedras que se agrietan. Él defiende el valor del momento, me impulsa a tocar de nuevo la puerta y esta vez decir la verdad, que aunque no sepa que es lo que siente, puedo notarlo y a veces me agrada el cambio.

— No...— determino arreglándome la ropa.

«¿Qué debes hacer si te gusta una persona?...»

« Obligarla a estar conmigo...»

« ¿Y si quiere irse antes de tiempo?...»

«Matarla...»

Un niño con una mente moldeable.

«Solo eres el molde perfecto...»

«¿No te cansas de vivir bajo su sombra?...»

Las sombras me han mantenido vivo hasta hoy en día. En la oscuridad puedes ser tu mismo, puedes mostrar tus demonios sin ser juzgado....

«¿Qué sientes por mí?...»

«No puedes querer lo que no conoces... Debes saber que esperar... Qué buscar...» ¿Por qué no pudiste entender lo que quise decir, que llevarte a ese lugar significaba ser transparente, que vieras lo que iba a pasar si te quedabas.

«Y yo te quiero mostrar todo de mí...» esa mañana entre el calor de tu cuerpo te lo dije y fue hasta donde pude llegar.


Abro la puerta de mi auto y siento su mirada en mí. Elevo la mirada, la veo en el balcón, ya no me mira, busca la luz que brilla en el cielo. Se pierde en la Luna mientras ahoga su llanto.

«¿Tanto me odias que no puedes mirarme?...» suspiro cansado, será mejor que me vaya a mi casa, a la soledad a la que estoy destinado.

«Solo tienes a tu familia, es suficiente »

Christian hace su vida y Meredith tiene ya su sentencia de muerte... ¿Con quién me quedo?...

Le echo un último vistazo a Natasha, a la perfección de su cuerpo, su cabello negro siendo movido por el viento, su hermosa piel, su rostro, que aunque esté triste sigue siendo bello, y su mirada, que después de tanta insistencia decide bajar y unirse a la mía.

En esos segundos siento como las grietas se abren, mi corazón late con fuerza como si fueran sus últimos latidos, la observo como si nunca más volveré a hacerlo, mi pecho se oprime y antes de poder captarlo se escucha el primer disparo, su grito lo acompaña, pero rápidamente es opacado por esa lluvia metálica que me baña como en los inviernos lluviosos.

Todo lo que pasa por mis ojos es lo que vivimos, lo que tuvimos, el inicio y el final de una historia. Probablemente un final trágico.

Mis ojos se cierran por unos segundos, lucho por abrirlos y veo el desastre en el que me he convertido. Las piernas no resisten mucho más y caigo de rodillas, sintiendo como la bala en mi abdomen me sigue perforando. Más arriba, rozando mi pecho izquierdo, la sangre se acumula en mi camisa. Es tan interesante la manera en la que se extiende rápidamente, como mi cuerpo va perdiendo fuerzas hasta acabar sobre esa acera siendo un grifo abierto que libera sangre innecesaria.

«¡Vámonos!...»
«Está hecho »

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❤️‍🩹🥺






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