126. Dyn: intentarlo

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CHRISTIAN

—¡YA BASTA, POR FAVOR!....— grita Mac sin poder resistir que la navaja esté abriendo su brazo como si fuese un pescado. Grita con las pocas fuerzas que le quedan, está tan débil que tras su grito pierde su insistencia y se rinde, flotando por las cadenas que lo amarran de cada muñeca.

Su rostro está irreconocible, ha sido desfigurado lenta y dolorosamente en las últimas cuatro noches, se ha ahogado con su propia sangre, ha suplicado por morir, se ha meado en los pantalones, ha sido apuñalado, golpeado y denigrado. En este momento él, a quien le tenía un poco de confianza, está agonizando por su estupidez.

— ¿Quieres que pare?...— agarro su cabello con fuerza y alzo su asqueroso rostro. Grita de la presión ejercida, lágrimas bajan por sus mejillas, limpiando el rastro de sangre. — ¿Ya no lo resistes?...

— Por favor... Yo no...

— Tú me súplicas perdón cuando desobedeciste una orden mía...—

— Tu madre...

— Deja de mencionar a esa zorra...— golpeo su mandíbula. — Yo soy tu jefe, yo mando en tu miserable vida, no ella... — suelto su cabello. — Y aún así te ofreciste a ir de cacería ¿Verdad?...

— ¿Qué es lo que te molesta?... Eran las reglas, debía pagar con su vida y...

— Su vida es mía...— hundo el cuchillo en su abdomen, así se calla y deja de decir estupideces. — Yo soy la única persona con el derecho de matarlo... ¿Ustedes...— desgarro su piel. — no lo entendieron?... Dime, Mac... ¿No entendiste que no debías tocarlo!...

—¡JODER!...— grita con desesperación.

— Lo hiciste y casi le matas...

Casi le pierdo por ellos, casi se va.

— Debía morir, él...

— Como tú...— retiro el cuchillo y me acerco a la mesa de herramientas para tomar unas pinzas. — Y me voy a encargar de que mueras lentamente...

— No, por favor...— trata de alejarse, pero las cadenas le detienen. Agarro su barbilla e inclino su cabeza hacia atrás. Forcejea por liberarse y no le sirve, ya que igual llevo las pinzas a su poca y le arrebato un diente. —¡DIOS! ....

— Él no va a salvarte...— voy por otro diente. Sigue sollozando y vuelve a pegar un grito de dolor. — Hoy le pondremos fin a tu insignificante existencia...— le arrebato otro. — Será una noche muy larga... Y

— Christian...— Lukas aparece por una de las puertas con un teléfono en la mano y un rostro serio. Evita mirar a su amigo, pues no quiere sentir compasión por él. — Christpher...— comunica y me pasa el teléfono.

Suelto las pinzas y al idiota para atender la llamada. Me llevo el teléfono a la oreja y me alejo un par de pasos.

— Dime...— trato de no dejar ver mi enojo por cortarme el juego, quiero seguir jugando, nada puede impedir que le torture. Yo...

— Está despierto...— dice y me detengo en seco. No hace falta un nombre, ni ninguna otra aclaración para saber a quien se refiere.

Siento un alivio inmenso en el pecho, toda la carga de estos días se reduce quedando solo en Mac y en su inminente muerte.

— Quiere verte...— añade.

De una manera estúpida una sonrisa se forma en mis labios, sé que es una locura pisar ese lugar, pero solo quiero asegurarme.

— Bien...— susurro en respuesta. — Y gracias...— cuelgo la llamada y le devuelvo a Lukas su teléfono. El mío está apagado, no quería que nadie me molestara.



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