94. Dyn: promesa

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NATASHA

- Gracias por traerme...- le digo a Dexter al estar frente a la puerta de mi piso. Él me devuelve la sonrisa, acaricia mi mejilla y trata de robarme un beso, a lo que me alejo algo incómoda. - Yo...

- Lo entiendo...- retrocede resignado. Veo tristeza en sus ojos, pero no puedo remediarlo. No estoy preparada para una relación y ahora que tengo a ese demonio a mis espaldas, menos.

- Nos vemos mañana...- me despido viendo como baja por las escaleras.

Suspiro al verlo desaparecer. Dejo mi mochila caer, tomo la llave de repuesto, asegurándome de que Channel ya la devolvió y abro la casa, dejándola de nuevo. El lugar está limpio y fresco, no tiene el típico olor a polvo y lo agradezco. Seguramente ella se pasó el verano aquí huyendo de sus padres y sus hermanos. No la culpo, no es fácil lidiar con ellos.

- Hogar, dulce hogar...- acaricio el sofá. - He vuelto...

Llevo mis cosas a mi cuarto, dejo ahí la maleta para desempacar en otro momento y tomo una toalla. Necesito otra ducha. Me quito la camisa de Mario echándola a lavar. Mi cuerpo vuelve a exponer las marcas de Christopher, es un maldito animal, y aún así no puedo evitar sonrojarme.

Todo el maldito verano le tuve en la cabeza, rechacé a todos los chicos que se me acercaron por compararlos inconscientemente con él. Si no eras un rubio de ojos grises, no contabas. Será cierto eso de que estoy muy loca.

El agua de la ducha solo me hace recordar la sensación de tener sus dedos en mi interior, lo que rápidamente me lleva a su maldito error, aunque sea imposible quedarse embarazada. Suspiro contra el cristal y acaricio mi cabello mandando mi cabeza hacia atrás, de manera que el agua acaricie mejor mi rostro. Está tan fresca que se vuelve adictiva.

Ya en mi cuarto me limito a secarme por completo, me pongo algo de crema en el cuerpo y escojo ropa interior cómoda para dormir. Nada más ponerme las bragas escucho el ruido que hace la cerradura al abrirse. En ese momento mi mirada cae en la camisa de Mario y admito que tenemos una conversación pendiente.

Él ya me vio de este modo, por lo que no me apresuro a nada.

- Salgo en un momento...- grito buscando un top con el que remediar el calor. Este se ajusta a mis senos de una manera que se dibujan en la tela.

No recibo respuesta de parte del albino, por lo que me asomo por el pasillo por si logro verlo en el sofá. Ahí no está. Es tan extraño.

Salgo al pasillo todavía en bragas y con la sensación de estar siendo observada. La oscuridad del mismo se siente malditamente siniestra. Sin embargo, respiro aliviada al llegar a la sala y envolverme en la luz de la lámpara. No veo al albino por ningún lado, tal vez me imaginé ese ruido y nadie vino, solo fue una...

- ¿Siempre caminas así por casa?...- una voz grave se escapa de la oscuridad del pasillo provocando que mi corazón dé un brinco.

Rápidamente una enorme mano agarra mi cintura y me arrastra de nuevo a la oscuridad. Mi espalda se golpea con un pecho demasiado firme, mientras un aliento escalofriante acaricia mi nuca. El aire abandona mi pecho al ser embriagada por ese aroma a tabaco y George Armani que solo él desprende de una manera que se vuelve adictiva. Mi piel se eriza y siento la necesidad de alejarme o gritar, pero mi cuerpo no reacciona del miedo que estoy sintiendo en este preciso momento.

Sabía desde el inicio que jugar con él me quemaría, pero no que ardería eternamente en su infierno.

- Te ves malditamente sexy...- siento como su mano libre acaricia mis muslos marcando una ruta ascendente que me remueve a cada centímetro.

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora