78. Ya no me importa

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CHRISTOPHER

— ¿Dónde mierda está Christian?... Hace horas que fue por sus cosas...

— No está en su edificio, señor...— me responde uno de mis hombres.

Este maldito idiota no hace más que colmar mi paciencia. Muchos quieren su cabeza y a él ni le importa.

— Avísenme cuando llegue...— demando.

Llevo días molesto, no sabría decir la razón exacta de mi molestia, quiero pensar que es por la situación con Christian, pero antes de eso ya lo estaba. Entonces solo queda ella, esa estúpida niña. Tal vez se trate de la forma tan delicada en la que la traté, sin dejar salir al monstruo que me corrompe por dentro. Quise romper su maldito cuello mientras me la follaba, quebrar sus huesos de la misma manera en la que ella quebró mi mente.

«Christopher» su maldita voz, no me la quito de la cabeza, es como una puta obsesión.

«Se está equivocando», claro que no lo hice, era ella, sus ojos, su boca, su cuerpo... Todo lo que me pertenece.

«Mira, Christopher... En este negocio también hay cosas divertidas, como el sexo... No ese acto ridículo que tú llamas sexo... El sexo es con dolor, un juego doloroso que solo busca tu satisfacción...» esa era la regla de oro.

Nunca me ha importado la satisfacción de la otra persona, pero con ella la satisfacción se reflejaba en sus ojos, en esa oscuridad corrompida por el deseo.

Llevo días sin sentir esa satisfacción, no importa a cuántas me coja o como las torture, la quiero a ella, quiero tener su boca ocupada mientras me la chupa, follarla hasta que se desplome, corromperla como solo sabe un Wagner. Quiero que esté tan hundida en el deseo y la sumisión hasta el extremo de necesitar de mí para respirar, y ahí la mataré.

Todo eso se queda en deseos. Mi trato con Verónica no puede romperse, ella al igual que yo es de palabra y aunque me cueste admitirlo, la necesito. Ella es como esas flores hermosas que te atraen con su belleza, pero cuando se abren te devoran sin dejar rastro. Tal vez hoy ella sea un supuesto ángel, pero en el fondo, bajo capas de cemento impuestas por el tiempo y el dolor, ella es la copia de Charlotte, mi hermana se encargó de corromperla de la misma manera que hizo conmigo, nos arrastró a su infierno y nos dejó ahí atrapados.

— Señor, ya volvieron...— me informa el hombre que custodia mi puerta. Le miro por encima del hombro y asiento.

No tardo en llegar al jardín de la mansión, viendo con mis propios ojos la ausencia del auto de Christian. Solo están sus guardias.

— ¿Dónde está Christian?...— cuestiono más molesto.

— Se quedó, tenía visita y nos ordenó que nos fuéramos...— responde Mac. Le observo detenidamente, notando las manchas de sangre en sus mangas.

«Sangre»

— ¿Qué hicieron...?— le pregunto acercándome a él. Palidece y observa a su compañero.

— Nada, señor...— miente descaradamente.

Mi puño golpea contra su rostro y retrocede. Estampo mis botas contra su abdomen, cae al suelo, cargo mi arma y le apunto. Él es leal a Christian, no me dirá que hicieron, pero su amigo no sabe cómo quedarse callado.

— Fuimos a la casa de un hombre, Christian tenía algo pendiente...— me contesta el chico que hasta ahora mantenía silencio.

— ¿Qué tipo de pendiente?...

— Quería recuperar una cinta, lo hizo, pero dejo el lugar hecho mierda. Nos encargamos de limpiarlo y entregar el paquete.

— ¿Qué paquete?...— me aparto de Mac y me concentro en el otro idiota.

BÁILAME (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora