RUTH
Mis manos están retenidas en mi espalda por unas esposas puntiagudas que se clavan a mi piel con cada movimiento que hago, siento como mi piel se desgarra y duele, pero lo soporto. Un objeto de cuero acaricia la desnudez de mi espalda provocándome un escalofrío que hace que mis pezones se tense.
Hace frío y mi cuerpo totalmente desnudo tiembla. Tengo los ojos vendados con una tela negra que evita ver a la chica que me acaricia con ese látigo.
Estando de rodillas sobre la frialdad del piso siento su aliento en mi cuello, seguido de un corto beso que me transmite una oscuridad inmensa.
— ¿Estás segura de querer hacerlo?...— su voz es tan ronca que aterra. Es como esa invitación a un infierno que hasta ahora desconozco. No sé si debo o no seguir con ésto, nunca pensé en llegar tan lejos, pero con ella quiero quebrarme.
— Sí...
— ¿Cómo debes llamarme?...— su mano acaricia mi cuello alzando mi rostro.
— Mi ama...— susurro y me roba un corto beso que acaba con sus dientes lastimando mi labio inferior.
Jadeo y escucho como se ríe por lo bajo. Una risa siniestra y perversa. Vuelvo a sentir la caricia de ese objeto y antes de lo que tarda la lucidez en venir a mí, se me corta el aliento con el primer golpe. Siento como se me abre la piel, mi cuerpo se contrae y lágrimas se forman en mis ojos. Duele y mucho.
— ¡Dios!...— gime acariciando el lugar con su mano. — ¿Quieres que pare?...— pregunta como si puede hacerlo, pero su voz llena de deseo y placer me dice lo contrario. Besa mi cuello, su mano avanza a mi mejilla izquierda y la limpia delicadamente. — Por favor...— insiste sin poder contenerse. — Dime que no quieres hacerlo...
Por primera vez tengo verdadero miedo a lo que ella puede representar, eso me crea dudas, no soy fuerte ni me he acostumbrado a ser golpeada; sin embargo, soy capaz de sentir cómo eso la hace sentir y después de desaparecer por meses, creo que se lo debo.
— No...— susurro en respuesta.
Noto la ausencia de su piel sobre la mía, el silencio me invade por unos segundos y llega otro golpe, más fuerte y doloroso. Otro grito abandona mi boca y mi cuerpo está por desplomarse.
— Me encanta tu voz...— vuelve a azotarme y me quiebro cayendo de cabeza al suelo, sin romper mi posición de sumisa. — No te dije que te tumbases...— tira de mi cabello con tanta fuerza que gimo de dolor. — Estamos empezando...— une nuestros labios en un intenso beso. Su mano suelta mi cabello y amasa mi pecho izquierdo hundiendo sus dedos de una manera malditamente dolorosa. — Me gusta cada parte de ti...— dice entre besos. — Y me dolerá quebrarte...
De nuevo me invade el silencio y su ausencia. A lo lejos escucho el ruido de algo metálico, unas campanillas y luego un sonido sordo que seguramente hace un azote.
No sé que estamos haciendo ni cómo puede complacerla tanto, es diferente a la primera vez y no sé qué sentir al respecto.
— Siempre dije que ibas a llorar el día que te tuviese de esta manera...— siento su aliento sobre mis labios. — Lo estás haciendo bien....— añade y siento un dolor terrible en los pezones.
— ¡Dios!...— grito removiéndome, quiero quitarme lo que sea que tengo puesto ahí. Se siente frío, pero me aprieta de una manera que tensa todo mi cuerpo. — sácalo, por favor...— sollozo.
— Tranquila...— me acaricia el rostro. — Va a pasar...— besa mi cuello y baja por mi abdomen dejando mordiscos por mi piel. — No quiero hacerte daño...
— Lo haces...— logro decir.
— Dime que pare...— insiste desesperada. Quiero decir que lo haga, que quiero parar, no me gusta como debería. Quiero liberarme de este dólar al mismo tiempo que quiero estar entre sus brazos.
— Solo hazme tuya sin tanto dolor...— suplico.
— No puedo...— descansa su frente en mi hombro. — Me has dado un permiso que ha despertado lo peor de mí. No puedo ignorarlo.
— Hazlo por mí...— pido llegando al límite. — Todavía no estoy preparada para esto...— admito.
Me responde con un silencio frustrante. Las esposas de mis manos se liberan y me apresuro a retirar los objetos de mis pezones.
— No te apures...— susurra y los retira. Seguido de éstos me quita la tela y por primera vez desde que la pedí que me dominase vuelvo a ver sus ojos. Están tan oscuros. —
— Yo...
Me sostiene en brazos y alza para llevarme a la enorme cama del cuatro. Mi cuerpo se relaja al entrar en contacto con las cálidas sábanas que me embriagan con su perfume. Se tumba a mi lado y me envuelve en sus brazos.
— Lo siento mucho...— susurra y el arrepentido que transmite me apena.
— No debes, me lo dijiste desde el principio...— me acomodo a su pecho semidesnudo. — Soy yo quien se apena de no haber cumplido su parte...
— No quiero que me complazcas... Es algo mutuo, ambas debemos sentirnos bien... — entrelaza nuestras manos y deja un casto beso en la mía. — No volveremos a jugar hasta que estés preparada para ello...
«A veces pienso en que eres un ángel, luego siento tu aura y me doy cuenta de que solo es un espejismo. No eres un ángel y la verdad no me importa caer en tu infierno »
ESTÁS LEYENDO
BÁILAME (+18)
Storie d'amore- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...