NATASHAAbro la puerta tras el tercer golpe, algo torpe y medio golpeándome con ella por mis prisas. Monse y Ruth me observan fijamente de pies a cabeza y yo sonrío nerviosa, pues he abierto en bragas y no es lo más normal del mundo, y menos si alguien no muy cercano a ti puede pasar y verte.
— ¿Debo preguntar la razón de estar en bragas?...— Monse se ríe de mí. Cubro mi rostro avergonzada, agarro a Ruth, quien no se mueve y la obligo a entrar, para así poder cerrar la puerta. No quiero una multa por exhibicionismo.
— Resulta que me estaba vistiendo y mis amigas comenzaron a tocar la puerta como unas malditas desquiciadas...
— No es verdad...— dice la castaña mientras deja su cuerpo caer sobre mi sofá.
— ¿Habla Monse o Moli?...— alzo las cejas. En cuestión de segundos su sonrisa se borra y me fulmina con la mirada.
— Te he dicho mil veces que no me llames Moli, solo mi pareja me llama así...— al oír su queja recuerdo el día que me lo explicó, pero igual a veces me sale sin más.
— Yo puedo ser tu pareja para tener el permiso...— bromeo camino a mi cuarto.
— Eres hermosa, pero me gustan las salchichas...— se acomoda mejor, prácticamente como si quiere descansar ahí con los ojos cerrados.
— Ja-ja...— agarro una camisa y me la pongo. — ¿Oíste eso, Ruth?... Monse me ha rechazado...
La pelinegra no dice nada, su mirada está algo perdida. Tiene las mejillas algo rosadas, como si ardiera en fiebre. Se muerde el labio, algo que hace cuando trata de contenerse.
— ¿Ruth?...— toco su hombre y se sobresalta. Sus ojos color avellana me miran fugazmente, pues de repente se aleja y se hunde en mi pequeña biblioteca de leyes y filosofía.
— No te pierdes nada, ella es pésima como pareja...— dice con la voz más ronca de lo normal. Parece alterada, quiero saber la razón, pero no quiero incomodarla.
— Idiota...— le lanza un cojín. Las tres nos reímos de la situación y yo me acomodo a un lado de Monse.
— Pedí dos pizzas: queso y pepperoni...— informo tomando el control del televisor para abrir algún programa.
— Monse está a dieta...— se burla la pelinegra más tranquila. Toma asiento en el sofá de una plaza y suspira.
— Estaba...
— Como siempre...— suelto un suspiro. El televisor me trae varias opciones de películas y series, no sé en qué decidirme.
— ¿A dos metros de ti o Tres metros sobre el cielo?...— pregunto, pues sé que eran las dos películas que quedaban en la lista de recuerdos de la adolescencia.
— Terror...— me dice Ruth. — Hoy no quiero romance...
— ¿Cansada de tu soltería?...— pica la castaña.
— No, es ridículo enamorarse de una persona como H y no quiero llorar con la muerte del amigo de la protagonista... Demasiado drama para hoy... — argumenta.
Sin más remedio me meto a la elección de terror. Películas como del fin del mundo, payasos sangrientos, monstruos, casas malditas y demás, aparecen en un diverso menú.
— ¿Entonces?...— pregunto.
— La casa encantada...— me dice Monse abrazándose a un cojín.
— Que original...— Ruth toma el control y se decide por los payasos, aún sabiendo el miedo que le tenemos a esa saga.
— Okay...
Las pizzas llegan minutos después, nos sentamos a comer mientras disfrutamos de la cena. Si hay algo que odio de los payasos es el miedo que pueden generar, el mismo miedo que ha hecho que me sujete de Ruth, por el transcurso de toda la película.
Huir a media noche, después de ver It no es la mejor idea. La oscuridad me hace imaginar esos enormes ojos como si me observan desde cada rincón de la casa. Casi me dan veinte infartos antes de alcanzar la puerta de salida. La abro sin hacer el mínimo ruido y de esa misma manera, tras salir, la vuelvo a cerrar. Las escaleras están totalmente a oscuras, en este momento lo del ahorro de energia me parece un castigo, pues eso solo incrementa mi miedo.
Salgo del edificio. Nada más pisar la acerra tomo un taxi que me lleve al club. Sí, es muy arriesgado dejar a mis amigas por volver a ese lugar, pero no puedo desaparecer dos días seguidos.
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Cosas que una hacia de adolescente 🥲
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BÁILAME (+18)
عاطفية- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...