AVISOS Y COMUNICADOS (COMO LO DICEN EN LA TV, XD): este capítulo contiene escenas subidas de tono y no aptas para cualquier edad. Sexo gay del toxico–placentero y lenguaje vulgar. Pido la colaboración de mis lectores, por lo que si no te sientes cómodo/a con estas escenas puede saltarse el capítulo y continuar con la obra.Gracias por su atención.
Dyn.MARIO
Sus manos se hunden en mi cabello, tira con fuerza obligándome a verlo y une nuestros labios en un beso intenso, de esos que te roban hasta el último aliento y corrompen tu alma. Sus dientes retienen mi labio inferior, jadeo e introduce su lengua en mi boca, invadiendo cada rincón hasta encontrarse con la mía, una pequeña lucha por el control inicia, pero me veo vencido ante su intensidad.
— Voy a follarte hasta destrozar tu maldito culo...— me susurra al oído. Su respiración es un caos, su aliento me acaricia y a pesar de la amenaza una parte de mí, la lujuria en carne y hueso, siente cosquillas en el estómago.
Su mano libre avanza por mi espalda desnuda, fría y estremecedora. Viaja por mi columna retrocediendo hasta tocar las esposas que aprietan mis manos por detrás. Zurca la curva de mis manos y baja a mi trasero, dando un pequeño golpe a mi blanca piel.
— Eres un maldito perro...— besa mi cuello y lo muerde con tanta fuerza que suelto un grito de dolor. — quiero oirte llorar...— va dejando cortos besos por mi cuello, hombros y espalda. Sus besos no son para nada suaves y delicados. Sus labios carician mi piel, sus dientes la retienen y succiona con fuerza marcando a su paso. — Dime ¿Alguien más entró a tu maldito agujero?...— pregunta tirando más de mi cabello. Gimo de dolor y se ríe. — Respóndeme...— aumenta la presión.
— Nadie...
— Soy el único con ese derecho...— me susurra y siento su miembro acariciar mi entrada. Me tenso de inmediato.
Soy versátil, pero nunca había durado tanto de pasivo, y estar siempre bajo su cuerpo, incluso con las amenazas, aún me tensa.
— Eres mío...— determina. La punta se hace paso en mi estrecha entrada, suspira con fuerza, agarra mi cabello y siento la presión sobre mis caderas. — Y te arrepentirás de serlo...
Entra en mí de una sola estocada, siento como me rompo por dentro debido a su tamaño y a la fuerza que empleada al penetrarme. Ni siquiera permite que mi interior se acostumbre, me embiste con fuerza llegando a lo más profundo de mi ser. Las lágrimas no tardan en bajar por mis mejillas, duele como la primera vez que estuvimos juntos. No hay nada de cuidado en sus movimientos, me toma como un animal agarra un pedazo de carne que debe devorar.
— Estás tan apretado...— gime alzando mi cabeza con un tirón de mi cabello. — Relájate, joder...— su voz está tan ronca. Muerde mi cuello y la mano en mi cabello baja a acariciar mi pecho, agarra entre sus dedos mi pezón izquierdo y lo aprieta llenándome de una sensación malditamente excitante.
Su boca se hunde en mi cuello mientras acelera el ritmo de sus embestidas. Entre su juego con mis pezones, su vaivén rudo y profundo, de mi boca solo salen gritos que se mezclan entre el dolor y el inevitable placer que él, por más sádico que es, sabe como dar.
Mi cuerpo se relaja cuando me deja caer sobre esa maldita cama, aprieta mi cabeza contra el colchón y sale lentamente de mí. Eso se siente como una maldita tortura.
¿Por qué debe dominar mi cuerpo?, me quejo sin poder soportar el calor.
— Eso es, maldita perra...— su mano se estampa contra mi trasero, suspira y vuelve a embestir con fuerza.
Mi voz escapa de mi garganta entre el placer y las lágrimas, incrementando el deseo de no parar y la esperanza porque el dolor vaya a cesar. Hoy, como la primera vez, no ejerce tanta violencia, aunque seguro se lo reserva para después, porque sé que con este trato me estoy haciendo una maldita soga en el cuello.
Irónicamente su mano agarra mi cuello y lo aplasta aún más contra la cama.
— Voy a llenarte, maldito...— sus labios bajan a mi hombro, lo muerde y succiona con fuerza.
Con cada maldita embestida siento que voy a alcanzar mi límite, que llegaré antes que él y sé que eso le molesta, pero no puedo resistirlo.
— Chris...— jadeo apretándolo. Su agarre en mi cuello aumenta aún más y mis gemidos se escapan de mi garganta sedientos por ser escuchados.
— Joder, no me aprietes maldita perra...— me grita moviéndose con dificultad. Sus embestidas siguen profundizando, pero a un ritmo inestable. Sé que esto le está enloqueciendo y no sé porqué eso me roba una maldita sonrisa.
— Voy ah...— las palabras se me atoran y me contraigo. — ¡Dios!...— gimo sin control.
— Mierda...— maldice penetrando con más fuerza. Sus gemidos saben a gloria. Trato de observarlo por encima del hombro. Su cabello rubio se ve oscuro por el sudor, sus ojos están cerrados, se muerde el labio con deseo... Y su cuerpo, si debo admitir algo es que el maldito diablo es tan sexi que se vuelve un pecado verlo.
— No voy a aguantar...— mi voz extremadamente ronca sale de mi boca ardiendo en placer.
— Joder...— jadea contra mi oído. Su respiración está peor que la mía. — Quiero romper tu maldita entrada...— me estremezco cuando su lengua acaricia mi cuello. — Pero, primero...— sale lentamente de mí.
— ¡Oh, Dios!— soy incapaz de retenerlo.
— Tendrás la cabeza de ese profesor...— susurra y me penetra con fuerza. Por unos segundos me pierdo en el placer, pero cuando sus palabras me invaden me niego rápidamente.
— So-solo quiero la cinta...— digo con dificultad. Mi entrepierna se tensa tanto que duele, estoy por venirme.
— ¿De verdad?...— agarra mi cabello y acelera sus movimientos. Siento la boca seca, pero me esfuerzo en responder.
— S-Sí...
— ¿Sí qué?...— me alza, agarra mi mentón y estampa su boca contra la mía en un beso asfixiante y lleno de deseo. Estoy loco.
— Amo...— susurro al separarnos.
Una sonrisa se dibuja en sus labios. Me deja de nuevo contra la cama, da un par de estocadas más que acaban conmigo, mi líquido mancha las sábanas grises y me dejo vencer, agotado y sofocado.
— Serás mi puta personal...— jadea y siento la viscosidad de su semen inundando mi interior. Me sigue penetrando, llenándome hasta el fondo con su esencia.
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BÁILAME (+18)
Romance- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...