RUTHDejando de lado la locura de reunión que tuve tres horas antes con mis amigas, regreso a uno de mis trabajos clandestinos, esta vez en la cafetería de una amiga. Llevo ayudándola un tiempo, es fresco, divertido y me ayuda mucho con mis intentos de ser sociable. En tardes como ésta la cafetería se llena con estudiantes, algunos trabajadores y algún vecino cercano. El café que prepara Mariana, mi jefa-amiga, es el mejor que pueden probar. A parte, prepara unos dulces riquísimos, los cuales me impiden seguir mi dieta sana. El chocolate es una tentación.
Después de estar sirviendo por un tiempo, me toca atender la caja, hay una pequeña cola de estudiantes que están por salir, han pedido y les estoy cobrando. Estoy concentrada en atenderlos correctamente y no me paro a pensar en nada más.
- Muchas gracias por visitar Love and coffee...- les despido con una sonrisa y me preparo para atender a una mujer de mediana edad, cuando Luz, otra camarera, se acerca a mí algo agitada y con una sonrisa perversa en su rostro.
- Ya llegó...- me dice mientras le entrego el cambio a la señora.
- ¿Quién llegó?...- preguntó desinteresada. La señora me sonríe divertida. - Gracias por visitar Love and Coffee...- repito y se va a paso lento.
- Ella...- alza las cejas viéndome fijamente, como si fuera una adivina.
- ¿Quién?...- pregunto sonriéndole a otro cliente. Es un chico de entre unos veinte y veintidós años, rubio, ojos grises como un cielo nublado, alto y de una piel pálida. El chico me mira directamente a los ojos, su mirada es tan intensa que no la resisto y vuelvo a mi amiga. - No sé de quien me hablas...
- ¿Mujer de unos veintiséis o veintisiete, alta, cara de pocos amigos, ojos azules y cabello blanco como la nieve en invierno...?
Con esa descripción mis manos tiemblan. La tarjeta de crédito que sostengo casi se me resbala. Trato de mantener la calma mientras el rubio me observa con gracia, parece que se ha interesado en nuestra conversación. Me apresuro a pasar la tarjeta y pedirle su código. Volvemos a hacer contacto visual, sus ojos son un tremendo vacío. Le cobro y vuelvo a Luz.
- ¿Dónde está?...- la pregunto nerviosa. Ella sonríe divertida, sujeta mis hombros y me voltea lentamente en dirección a la cola de registro.
Mi corazón se detiene al encontrarme de cerca con esos ojos azules que siempre lucen tranquilos. Trato de respirar, pero también se me dificulta, unas cosquillas invaden mi estómago, me tiemblan las manos y no me sale la voz. ¿Por qué no me sale la voz?.
- ¿Qué desea?...- pregunta Luz, parece que desconcertando a la peliblanca, quien no aparta la mirada de mí más de dos segundos. Me mira fijamente, como esperando que reaccione, pero me resulta imposible. Todo en ella me intimida, desde su altura, me saca una cabeza y yo ya soy alta, sus ojos color cielo y esa inexpresividad en su rostro.
- Un café...- responde con esa voz aterciopelada que me recorre todo el cuerpo. Retengo un jadeo al volver a perderme en su mirada, en ese momento noto un intento de sonrisa ladina.
Ella tiene algunas facciones masculinas, aunque no muy notorias, pues es hermosa, sus largas pestañas, su pequeña nariz, su boca... ¡Dios su boca!.
- ¿Suelto?...- continúa Luz, riéndose de mis delirios.
- Sí...- vuelve a responder, esta vez mirando a la asiática.
Ella asiente y se destina a prepararlo. Yo trago grueso jugando con mis manos para calmar mi nerviosismo. No soy una persona reservada, solo que ella lleva mi corazón a mil por hora.
- Su café...- dice rápidamente mi compañera. La peliblanca lo recoge y le entrega la tarjeta para cobrar, ignorando rotundamente mi presencia.
- Debo ir a atender a otros clientes...- se excusa mi malvada compañera. - Atiende tú, Ruth...- se va con una gran sonrisa, la misma con la que llegó.
Sé que ha dicho mi nombre queriendo y tan alto para que ella lo escuche bien claro. Me extiende la tarjeta y sin más salida la recibo con la mano temblorosa. Observa ese acto y la veo lamerse esos hermosos labios.
¡Madre mía! Se puede ser más atractiva.
- ¿Ruth?...- escuchar mi nombre salir de su boca se siente refrescante, aunque también es peligroso para mi pobre corazón.
Regreso a la realidad. Su entrecejo está ligeramente fruncido, pero una pequeña sonrisa casi invisible se asoma en su rostro.
- U-un café...- sonrío tontamente tomando el aparato y pasando su tarjeta en el mismo. - Un café solo...- repito calmando mis nervios.
- Sí...- me responde con calma, como con más confianza que con Luz, eso me sonroja.
- Siempre lo toma así...- susurro pidiendo que apunte su código. Lo hace mostrándome sus largos dedos sin uñas acrílicas ni naturales, están muy cortas. Eso me hace pensar en cosas muy indebidas.
Ella nota como miro sus dedos y me entrega el aparato. Yo acabo con su tarjeta y muy avergonzada se la entrego.
- Gracias por visitar Love and coffee...- repito, me echa un último vistazo y se voltea para irse. - espero que regrese pronto...- añado viendo como se aleja y se me cae la baba al verla por completo en ese traje negro que resalta su figura tan trabajada. No tiene un trasero enorme, ni nada de eso, pero sí está buena y está claro que la dejaría ser mi activa.
No respiro hasta que abandona la cafetería. Entonces una risa tonta se apodera de mí, niego con la cabeza avergonzada de mi comportamiento y me apoyo al mostrador, cansada y agobiada.
- Fue mejor que otras ocasiones...- regresa mi bendita amiga, viendo como mi crush se marcha en un auto más caro que la casa de mis padres.
- Ni lo menciones...- digo muerta de vergüenza.
«Soy un desastre »
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BÁILAME (+18)
Любовные романы- Es lo que llevas deseando...- besa mi nuca e introduce dos dedos a mi interior. Gimo de inmediato contra la puerta, mis piernas tiemblan y siento que si no sostiene mi cintura acabaré desplomándome en el piso. Me embiste con sus dedos provocándome...