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Miró por la ventana con temor camuflado con entusiasmo. Había comenzando a arrepentirse justo cuando apenas logró poner un pie dentro del avión y vio a su hermano gemelo a lo lejos viéndola partir.
Se le estrujó el corazón nada más verlo y luego de tantas horas de viaje, miró por la ventana cuando anunciaron de pronto que ya había llegado a su destino: Alemania.
Un calambre se alojó rápidamente en su cuello luego de estirarse en su asiento y mirar a su alrededor. Bostezó y se frotó los ojos rigurosamente.
Apartó el rostro de Adam de su cabeza para no sentirse más miserable y esperó a que el avión aterrizara y seguir las indicaciones que le esperaban en el aeropuerto.
Le echó un último vistazo al avión que la había llevado hasta otro continente y se obligó a regañadientes a no ponerse sentimental.
Descendió por las escaleras eléctricas y de repente vio un sinfín de personas corriendo de un lado a otro con sus maletas o simplemente con sus teléfonos celulares pegados a la oreja. Nadie conocido. Mucha gente extremadamente blanca y rubia. Se estremeció un poco y continuó escrutando todo a su alrededor.
Y como no divisó a nadie con un letrero con su nombre, optó por ir por sus maletas y después sentarse en una silla a esperar a su nueva familia de acogida que tendría todo un año entero.
Sacó su teléfono y apretó los labios al verlo totalmente apagado gracias a la falta de batería. Volvió a guardarlo en su bolsillo. Volteó el rostro hacia las ventanas gigantescas y la negrura de la noche la hizo desesperarse.
Llevaba ahí por lo menos veinte minutos.
De pronto, unos gruñidos y gritos captó su atención. A lo lejos, quizás a unos diez metros, se hallaba un chico totalmente rubio, muy guapo. Su cabello era rubio que estaba recortado en la parte trasera y enfrente estaba algo largo y desordenado. Iba vestido de jeans negros, una playera sin mangas-a pesar de que había frío- y un percing en la ceja derecha. Tenía los puños apretados y fulminaba con los ojos estrechados a un guardia de seguridad. Desde el punto donde Keren estaba, no lograba verle bien el rostro pero sabía que era guapo, sin decir de su sexy cuerpo: musculoso y bien torneado.
Y como ella sabía un poco de Alemán, logró entenderle más o menos a que se debía la pelea.
-¡A ver, imbécil!-le gritó el chico con cólera. Su cuello y orejas se habían teñido de rojo vivo-¿cómo que todos los pasajeros del vuelo de Nueva York se han largado ya?
-El avión aterrizó hace media hora. Y por ende, ya deben haberse ido-carraspeó el de seguridad, sujetando su arma que tenía en la cintura.
-¡No!-dio un paso a él y el guardia hizo una mueca, retrocediendo-debo encontrar a una chica de ese vuelo y no puedo volver a casa sin ella.

Keren entornó los ojos. ¿Y si esa chica se trataba de ella? De solo pensarlo le dio escalofríos. De ninguna manera le encantaría ser el motivo de aquel enfrentamiento.
-¡Entonces buscala!-replicó el guardia en respuesta.
Y el chico rubio meneó la cabeza en negación y curvó una de las comisuras de sus labios hacia arriba.
Keren reconoció ese gesto. Su hermano lo hacía justo antes de provocar un caos. Y cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, ya se hallaba caminando hacia él con sus maletas en las manos.
-¿Cómo se llama a quién estás buscando?-le preguntó al chico rubio con timidez ya que no estaba segura de haber hablado bien alemán, quién rápidamente postró sus ojos aqua en ella. Keren se quedó sin aliento al ver semejantes ojos tan hermosos como aquellos. Y se ruborizó.
-Keren, creo. No recuerdo su apellido-contestó, alzando ambas cejas y mirándola de arriba abajo sin descaro.
A ella se le cayó el alma a los pies. Parpadeó aturdida y se le vino a la cabeza la vaguedad en la que Beatrice le había contado de su hermano. El chico rubio que tenía frente a ella era Set. Era Set Rex.
Tragó saliva y se percató que él la miraba ahora con el ceño fruncido y su percing de la ceja se contrajo.
-Yo... yo soy Keren Peitz-logró decir ella en un susurro.
Los ojos aqua del chico se abrieron de sorpresa y se pasó una mano por su cabello.

-¿Hay algún problema, señorita?-le preguntó el guardia de seguridad a Keren, fulminando al chico.
-No, señor. Soy yo a la quién busca.
-Sí. Ahora lárgate-le espetó el chico al guardia y este no le hizo caso.
-¿Está segura, señorita? Si quiere puede llamar a un taxi.
-Eh...
-¡Ha dicho que no! Ella se va conmigo-masculló el rubio y la tomó de la mano con rudeza, colocandola detrás de él.
Ella sintió náuseas.
-Llamaré a la policía-anunció el guardia, sacando su radio del pantalón pero en un acto seguido, el rubio le arrebató el aparato y lo quebró de un pisotón.
-Yo vengo por ella, así que no tiene por qué llamar a nadie-bufó de mal humor-me estoy conteniendo y no quiero hacerle daño.
-Mira, hijo. Me he topado delincuentes mucho mejor experimentados que tú y no te tengo miedo, además estamos en un lugar público y si intentas algo, vendrá de todas maneras la policía.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora