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Dicen que cuando dejas de respirar más de un minuto, tus pulmones comienzan a colapsar. Y algo similar le sucedió a Adam Peitz, solo que en vez de sentirse mal por no respirar un minuto, casi se desmaya a los diez segundos de contener la respiración al ver en cámara lenta los movimientos entre su padre y su tío.
Egon dejó de reír cuando vio a Gabriel.
Gabriel entornó los ojos al ver a Egon riendo con su esposa.
Caroline se quedó inmóvil en su sitio sin saber que hacer o decir.
Beatrice tuvo ganas de bostezar pero optó por quedarse quieta junto a Adam.
-Egon-dijo Gabriel con voz dura.
-McCall-repuso Egon con la mandíbula apretada.
La situación era la siguiente: Ambos hombres se miraban con incertidumbre y rabia. Adam no sabía si era rabia por no haberse avisado que se encontrarían ahí o simplemente por celos. Así que decidió romper el hielo de la manera más sutil, porque también necesitaba aclarar el asunto sobre la identidad falsa con su padre.
Se aclaró la garganta y dijo:
-Papá va a quedarse a vivir con nosotros y si quieren hablar sobre ello; propongo que vayamos a la sala...
-¿Desde cuándo estás aquí?-Gabriel le ladró a Egon y él elevó una ceja, con suspicacia.
Beatrice tuvo un mal presentimiento, por lo que retrocedió unos pasos. Reconocía esas miradas: Heladas, frías y punzantes como el hielo.
-Como una semana y unos días más o menos; ¿por qué?-respondió Egon, esbozando una sonrisa mordaz, poniéndole los pelos de punta a Gabriel.
-Pensé que vendrías mañana-interpuso Caroline con el labio inferior tembloroso.
Pero Gabriel no le hizo caso y miró a Adam con desdén.
-¿Tú lo ayudaste a escapar, verdad?-su tono era amenazante.
-Bajale tres rayas a tu tono de voz, McCall-siseó Egon, estrechando los ojos-no olvides que es mi hijo.
-Por lo mismo que es tu hijo, ¡Cometió una estupidez al ayudarte a escapar!-exclamó Gabriel estresado-¿no te das cuenta, Egon? La policía te busca y si te encuentra; te llevarán a prisión. Cadena perpetua y levantarán cargos hacia Adam por haberte ayudado y a nosotros también por tenerte aquí. Y yo no quiero problemas con la justicia.
-No puedo dejar solo a mi padre-masculló Adam a la defensiva y Beatrice lo sujetó del pecho para que no avanzara hacia a su tío y él gruñó pero no se movió.
-Deberías calmarte, cariño-susurró Caroline a Gabbe-Egon prometió portarse bien, además... -miró con nerviosismo a Egon y este asintió-conseguimos una nueva identidad para Egon. Así la policía no dará con tan fácilmente.
-¡¿Qué?!-bramó Gabriel con los ojos desorbitados-¡Más delitos a la pena de Egon!
-Calmate-espetó Egon-no pasa nada. Todo está bajo control...
-Eso es lo que yo vine a decirles-interrumpió Adam de improvisto, provocando un silencio sepulcral en todos-¿por qué consiguieron una identificación falsa? ¿Qué les pasa? Y todavía con Nathan...
-Yo le sugeri-añadió Caroline ruborizada-es tu amigo Nathan y lo ha hecho bien.
-¡No entienden! Su familia de Nathan y de Carrick son traficantes y si algo pasa, vendrán a matarnos-dijo, eufórico. Sus ojos mieles ardían de locura y Egon hizo una mueca de preocupación pero no por lo que había dicho su hijo; sino por el estado de salud de este.
-¿Lo ves, Adam? Sacar a tu padre de ahí fue la peor idea que pudo ocurrirte-vociferó su tío con rabia y Egon gruñó, elevando una de sus comisuras de los labios hacia arriba, señal de advertencia hacia Gabriel.
-Debemos calmarnos-apaciguó Caroline pero nadie le hizo caso.
Estaban los tres de pie, formando un triángulo: Gabriel, Egon y Adam. El trío mirándose fríamente a los ojos como verdaderos idiotas y tanto Beatrice y Caroline rodaron los ojos.
-Escuadrón de machos-se atrevió a decir Beatrice, desconcertando a los tres, más a Adam-la señora McCall y yo vamos a estar en la sala. Cuando terminen de actuar como nenes, nos buscan.
Y dicho eso, Caroline abrazó a la pelirroja y ambas se dirigieron a la sala; dejándolos solos en la puerta del patio.

-Pensé que éramos amigos, McCall y que te alegraría verme aquí-carraspeó Egon, frotándose el puente de la nariz.
-Lo que hicieron Adam y tú no tiene nombre, Egon-repitió Gabriel-es un suicidio. Están jugando con fuego y la quemadura duele muchísimo.
-Con el paso de los años aprendí a no quemarme cuando se trata de jugar con fuego, sino a quemar a mi alrededor y huir con una sonrisa de satisfacción-dijo Egon con fiereza en sus petulantes ojos negros que ardían de locura y excitación.
-Sabes que tengo que llamar a la policía, ¿verdad, Egon?-alardeó Gabriel con los puños apretados, sabiendo la reacción de su amigo.
Y no se equivocó.
Egon apretó la mandíbula al mismo tiempo que sus nudillos se ponían blancos a los costados de su cuerpo. Sus ojos negros pasaron de estar en llamas a teñirse de una capa más oscura que el mismo abismo. Lo que Gabriel vio en los ojos de su amigo fue una nueva locura, una más feroz, más criminal, más asesina. Incluso se sintió perturbado, algo que nunca le sucedió en el pasado.
Miró rápidamente a Adam y este se dio cuenta de lo mismo: Su padre estaba a punto de cometer un homicidio calificado en ese preciso instante; solo que estaba reuniendo el suficiente coraje para atacar y no detenerse hasta llegar a su objetivo: Matar a su tío Gabriel.
La respiración de Egon se fue acelerando cada vez más y las alarmas de Gabriel y de Adam se encendieron y una vocecita en sus cerebros les gritó 》Despertaron de nuevo a la bestia, pero esta vez con toda su fuerza. Él ha comenzado a encender el fuego con el que jugará y los matará a todos, así que huyan por sus vidas; idiotas. 《
Adam no lo vio venir cuando su padre soltó un rugido parecido al de un animal furioso al tiempo que se lanzaba encima de su tío sin miramientos. Lo primero que se le cruzó por la mente fue cogerlo de los hombros y detenerlo. Lo intentó pero su padre tenía una fuerza tan grande; que Adam salió despedido hacia atrás y cayó sobre su trasero en el suelo, provocando que su tía y Beatrice corrieran a ver que pasaba.
-¡No vengan! ¡Pidan ayuda pero no llamen a la policía!-gritó Adam; levantándose y echando a correr al patio donde su tío y su padre habían desaparecido.
Caroline corrió a llamar a quién sabe quién mientras que Beatrice se atrevió a acompañar a Adam.
-¡Vete de aquí, pantera!-le gritó este, mirando con horror como su padre trataba de alcanzar a su tío, ya que esté le estaba arrojando todas las cosas que tenía a su paso para que no lo tocara.
-¡Quiero ayudarte!-protestó.
-Esto es serio, mi padre es un asesino y cuando está en plan homicida; no se da cuenta de nada, así que apartate-la empujó hacia atrás y ella masculló groserías.
Adam ya estaba a punto de correr hacia a su padre cuando vio a Beatrice adelantarse a él y plantarse justamente delante de Egon.
Tanto a Gabriel y a Adam se les cayó el alma a los pies.
Y Egon postró sus oscuros y siniestros ojos en la chica pelirroja y de ojos verdes que se había puesto frente a él y se detuvo.
-Apartate, niña-le ordenó.
Sin embargo, ella no tenía intenciones de hacerse a un lado.
Estaba en medio de Gabriel y de Egon. Un débil escudo humano.
-Señor Peitz, no lo haga-dijo ella en un hilo de voz-nadie llamará a la policía; lo prometo-se volvió hacia Gabriel-¿Verdad, señor McCall? Nadie va a llamar a nadie.
Gabriel no captó a la primera lo que ella estaba tratando de decirle hasta que Adam le hizo señas para que asintiera.
-Ya he oído eso antes-espetó Egon-ahora saca tu trasero de aquí, jovencita.
-Si usted mata al señor Gabriel, la policía vendrá de todos modos, mejor déjelo en paz y vayamos a la sala. Esto puede solucionarse hablando, como la gente que somos.
-Ni si quiera eres parte de nuestra familia-sentenció Egon-pero admito que tienes agallas.
Su voz volvió a la normalidad, todo rastro de demencia se había ido pero sus ojos aun tenía esa capa de una nueva locura que estaba dispuesta a esperar el momento oportuno para salir.
-Dale las gracias a esta niña, porque acaba de salvar tu trasero-se volvió hacia Gabriel y este, solo para llevarle la corriente, asintió.
-Gracias, Beatrice-le agradeció a la chica.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora