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De vuelta a casa, Egon se sentía extrañamente bien al haberle contado parte del pasado a su hijo. Deseaba que su relación se hiciera muy fuerte hasta llegar al grado en el que Adam jamás pensara mal de él y lo quisiera a pesar de sus errores.
De antemano sabía que cuando Gabriel hiciera acto de presencia, todo lo bueno se iría a la borda. Gabriel de seguro pelearía con él y llamaría a la policía. Pero no iba a permitir que lo volvieran a encerrar, no ahora que estaba más cerca de la felicidad en mucho tiempo.
Se había metido tanto a sus pensamientos que no se dio cuenta que ya estaba pasándose de la calle donde Adam vivía.
-Ya pasamos la casa-rio Adam y le señaló con el pulgar la calle que quedaba en la lejanía.
-Perdona, estaba pensando-se disculpó y se metió por una calle para salir en sentido contrario por la casa de su hijo.

Aparcó en la acera y se quedó un momento estático con las manos sobre el volante. Sentía la mirada color miel de su hijo sobre su persona.
-Ven a cenar. Le dije a mi tía que preparara la cena para cuando volvieramos-le oyó decir a Adam con extremada emoción.
-No puedo, yo...
-¿Bromeas? Eres mi papá-le agarró la mano-sé que me comporté como un idiota hace unas horas pero me confundí. Sabes que yo te quiero y te amo a pesar de lo que pasó. Tú vida del pasado no influirá en el sentimiento que te tengo, papá.

Oírle decir esas palabras lo hizo estremecer.
-¿Y si Gabriel vuelve y me ve?
-Se las verá conmigo. Si llama a la policía, me voy contigo-dijo con firmeza-además te doy permiso que le des una paliza.

Egon esbozó una sonrisa y Adam le devolvió el gesto.
-Ahora que sé que el tío Gabbe quería quitarte a mamá, quiero golpearlo con cariño.
-Nada de golpes-le advirtió-a menos que sea para ayudarme a golpearlo.
Y ambos rompieron a reír.
De pronto, alguien golpeó levemente el cristal donde Adam se hallaba y saltaron del susto.
Era Beatrice con Allen colgando de su espalda.
Egon le sonrió a la chica y miró a su hijo.
Adam bajó el vidrio y le sonrió a la chica con mucha amabilidad.
-Eh, la señora McCall dice que bajen del auto porque la cena ya se está casi lista-dijo ella con timidez.
-Vamos-Adam le instó a su padre y bajó del coche, agarrando a Allen quién deseaba jugar con él.
Beatrice regresó a la casa y Adam esperó a su papá con Allen.
Al final de cuentas, Egon, luego de tanto meditarlo, decidió aceptar la invitación y se deslizó dentro de la casa con su hijo y el pequeño niño, que rápidamente pidió que él lo abrazara.
-Tío Egon, necesitas una ducha urgente-se quejó Allen al abrazarlo.
Egon rio y cerró la puerta.
-Claro que sí.
-Puedes ducharte, papá. Te prestaré ropa-le dijo Adam, mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba en el perchero.
Egon dejó a Allen en el suelo y lo vio correr a la cocina.
-¿Caroline no se molestará si me doy una ducha?-se mordió los labios y sus ojos negros se encontraron con la fotografía de Shelby y Caroline cuando él no había aparecido en sus vidas y apartó la mirada perturbado.
-No, Egon.
Egon saltó del susto al escuchar de repente la voz de ella y la miró.
-Date una ducha, es la primera puerta a la izquierda-le señaló las escaleras-estarás a tiempo para la cena.
Adam sonrió y estaba a punto de seguir a su padre a la planta alta pero su tía lo llamó.
-Ayuda a Beatrice a terminar de sazonar la cena y échale un ojo a Allen. Voy a traer unas cosas a allá arriba-dijo y él asintió un tanto extrañado.

Egon ya se hallaba frente al espejo del baño, mirando su reflejo. Cuanto había cambiado en esos años.
Al menos se alegró de haber casi recuperado su cuerpo de antes y su mirada siniestra.
Comenzó a quitarse la ropa que portaba, la cual olía realmente fatal y quedó completamente desnudo frente al espejo.
Aun recordaba la primera vez que estuvo con Shelby y ella miró a su sr. Potato con las aves tatuadas en él.

No pudo evitar reírse. En ese entonces estaba demente. ¿por qué ponerle ese apodo a su pene? Si que estaba mal.
Le dio la espalda a su reflejo y abrió el grifo de la regadera.

En cuanto el agua tocó su piel, su campo visual se nubló y pensó que quizás se debía al agua, pero no.
Él estaba llorando.
Él estaba llorando una vez más después de tanto tiempo.
Golpeó con dureza la pared de mosaicos y agrieto uno, provocándole un dolor insoportable en los nudillos, pero no le importó.
Se mordió los labios, evitando así más lágrimas y decidió bañarse.
El agua que se deslizaba por su cuerpo se tornaba oscura y desagradable.
El shampoo hizo que su cabello negro-con algunas canas de por medio-se suavizara y oliera bastante bien. El jabón limpió su piel del pasado y sintió como su persona iba cambiando.
A pesar de que había recuperado su instinto suicida, se dio cuenta que ahora si podría controlarlo. Podía matar como antes pero podría controlarse si así lo deseaba y no matar sin prever las consecuencias.
Estuvo cinco minutos más bajo el agua y cerró el grifo.
Buscó una toalla con cual secarse pero no halló ninguna.
Frunció el ceño y optó por asomarse a la puerta y llamar a su hijo; pero tal sorpresa se llevó al retirar la cortina: Caroline estaba dentro del baño con una toalla y ropa limpia en sus manos.
Él, desnudo en todo su esplendor, mirándola con la boca abierta. Ni si quiera hizo el ademán de cubrirse.
Y ella, frente a él, y pasando sus ojos de arriba abajo sin pudor y nada de disimulo. Y cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando cerró los ojos y estiró los brazos para darle la toalla y la ropa.
-Es ropa de Gabriel-tartamudeó y él lo recibio-la cena... está lista.
Dicho eso, abandonó el baño a toda velocidad.
Egon se apresuró a secarse y a ponerse la ropa que le había dado. Frunció el ceño al ver que esa ropa: Pantalones negros, un boxer nuevo y sin estrenar del mismo color y una playera gris. Se vistió y salió al pasillo, donde encontró unos tenis, que parecían ser de su hijo y que le quedó a la perfección.
Muy deportivo para su gusto.
Se sintió como de veinticinco años otra vez y en la casa de Shelby.
Chasqueó la lengua y decidió bajar.
Sentía que si miraba a Caroline, sus mejillas estarían rojas y no entendía por qué.
La cena ya estaba en la mesa y solo faltaba Caroline. Adam, la chica pelirroja y Allen ya estaban sentados a la mesa.
-Oh por Dios, papá. Te ves estupendo-silbó Adam al verlo y le indicó que se sentara en una de las sillas vacías. Las dos sillas vacías eran las que quedaban de punta a punta de la mesa y asintió.
-¿Quiere panecillos, señor Peitz?-le ofreció Beatrice.
-Seguro-se estiró y tomó uno. Le dio un mordisco y lo dejó en su plato.

Poco después, apareció Caroline con una bandeja enorme con la cena. Egon se apresuró a levantarse para ayudarla, dejando sorprendido a su hijo.
Caroline le agradeció con los ojos puestos en la bandeja y sus mejillas estaban encendidas de rubor al igual que las de Egon.
Luego de mirarse brevemente, cenaron muy alegres o al menos Adam, Allen y Beatrice, porque Egon y Caroline no sonreían a menos que fuera necesario. Ambos se enviaban miradas nerviosas y comían con desasosiego.
-Eh, tía, ¿verdad que papá se mira genial con esa ropa? Se ve como de mi edad-bromeó Adam para cambiar de tema, que consistió de osos de peluche gracias a Allen.
-Se mira bien-añadió ella, con timidez-su look era más rudo en ese entonces.
-Sí. Me gustaba mucho el negro y así-agregó Egon, masticando el último pedazo de pan que le quedaba.
Sus ojos negros no podían dejar de ver a Caroline sentada en el otro extremo de la mesa. Viéndola bien, ella no era nada fea, era incluso muy bonita y linda. Estaba incluso más bella que cuando era una muchacha. Los años le sentaron bastante bien y Gabriel se llevó la lotería con ella.
Su cabello café recogido en una cebolla y sus ojos castaños que le devolvian la mirada lr inquietó y no supo por qué.

Parpadeó perplejo al darse cuenta que se había quedado mirándola fijamente.

-La cena estuvo estupenda-dijo, sintiéndose un idiota.
Se reprendió así mismo por estar viendo a Caroline con otros ojos. ¿Por qué la miraba de aquella manera? ¿y por qué ella lo miraba de igual forma?
A ella la entendía, lo había visto desnudo. Pero él no tenía por qué gustarle si horas atrás habían peleado.
Además, él había matado a su novio y se sentía mal por ello; y Gabriel lo mataría si se enteraba de lo que estaba pensando en ese momento con su esposa... pero... ¿no acaso Gabriel había besado a Shelby a pesar de que ella estaba enamorada de él?
Sonrió lobunamente y se relajó en el asiento.
Iba a jugar con fuego, su viejo amigo, donde aprendió a no quemarse, sino quemar a su alrededor.
En lo que regresaba Gabriel, él iba a ser el acompañante de Caroline. Egon le haría sentir lo que él le hizo sentir hace mucho tiempo, pero con una única diferencia: No solo compartiría besos con ella, sino el lecho.

Discúlpame, Shelby, amor mío. Pero esto no es por ti, sino porque quiero un poco de venganza.》












Hola:) se que es un capítulo corto. No he podido escribir pero les aviso que ya está llegando el momento de poner a Egon de nuevo a las andadas y también a Adam y a Set.
Besos! No olviden votar y comentar.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora