Adam aguardó pacientemente en la sala de la casa a que Beatrice bajara y así por fin marcharse.
No podía sacarse de la cabeza su imagen. Su cuerpo enfundado en aquel vestido púrpura y sus ojos verdes mirándolo.
Repentinamente se acordó de Regina Gil, la chica con la que se había enrollado la noche en la que habían atacado a su amigo Vince y sacudió la cabeza. Beatrice era mucho mejor que ella en todos los aspectos, y hasta eso, a Adam no le apetecía tener sexo con la panterita esa noche, solo ansiaba poder darle el collar y pasar un buen rato. Nada más.
Beatrice era lo que parecía ser, su complemento. Era la única persona a la que él se había abierto un poco sin temor.
Tenían muchas cosas en común.
Al tiempo que pensaba en ella y la esperaba, se recostó en el sofá y cerró los ojos.
Minutos después, escuchó el coche de su tío Gabbe llegar y un segundo más tarde se abrió la puerta principal. Sus tíos entraron con un sinfín de bolsas y se levantó para ayudarlos.
-Gracias, hijo-le agradeció su tía con una sonrisa.
Sin embargo, Adam apenas y la escuchó. Colocó las bolsas del súper en la mesa y volvió a sentarse en el sofá.
Aparentemente se miraba tranquilo y relajado, pero por dentro, Adam apenas podía pensar con claridad; por lo que Gabriel tomó asiento junto a él y lo sujetó del antebrazo.
Adam volteó a verlo y vio que en su regazo descansaba una caja rectangular y entornó los ojos.
Era una caja de un iPhone 6 Plus.
-¿Qué es esto?-preguntó, abrumado.
-Es tuyo-le contestó su tío con una radiante sonrisa.
-¿Qué?
-Sí. Perdiste el tuyo hace unas semanas y bueno, tu tía Caroline fue la de la idea-miró por encima del hombro de Adam y le sonrió a su esposa.
-Eh, estoy un tanto desconcertado...
-Te has portado muy bien estas semanas y te mereces este teléfono-añadió su tía, abrazandolo cariñosamente por detrás.
Adam esbozó una sonrisa y abrió la caja con brusquedad. Y de tanto emoción por poco se le resbala el aparato de las manos pero logró sujetarlo y se rio con nerviosismo bajo el escrutinio de sus tíos.
-¡Es estupendo! ¡Muchas gracias en verdad!-les agradeció e hizo algo que no hacía desde hacía meses. Los abrazó con fuerza, tomandolos por sorpresa y a la vez con alegría.
-Solo cuidalo. Oímos que son los de moda en este tiempo-le aseguró su tío y Adam asintió-ya ingresamos nuestros números en la agenda y también anotamos el tuyo. Necesitas cargarlo cuando ya no tenga nada de batería.
-Le queda aun el 80%-le informó a Gabriel y este sonrió.
-Tienes bastante para tu velada de esta noche-le susurró y Caroline soltó una risilla. Adam se ruborizó y meneó la cabeza de un lado a otro con vergüenza.
-¡Tío Gabbe!-le riñó.
-Ya, solo fue un inocente comentario-le dio un codazo amistoso y la pareja de esposos se levantó del sofá-¿y tú papá?
-En su habitación-le contestó Adam con los ojos puestos en su nuevo móvil.
-¿Y Allen?-preguntó Caroline.
-En mi habitación...-la voz de Adam era mecánica y todo se debía al teléfono, ya que su atención estaba fija en él.Gabriel puso los ojos en blanco y agarró a su esposa de la mano para que no se enfadara y la llevó a la cocina.
Cinco minutos después Beatrice bajó a la sala con cierta timidez. Sus ojos verdes recorrieron toda la estancia y cuando tropezó con el rostro perfilado de Adam en el sofá, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y suspiró. Se subió la cremallera de su chaqueta y avanzó con pasos torpes hacia él. Su cabello rojizo milagrosamente se había dejado domar y eso le brindó seguridad.
-Ya estoy lista-dijo, aclarandose la garganta a propósito.
Adam asintió sin alzar la mirada y guardó algo en su bolsillo antes de levantarse.
Y al momento en que él la miró, se quedó livido y azorado.
Beatrice se había maquillado y era lo más cercano a una hada. O más bien lo más cercano a la perfección. También porque ella optó por cumplir sus deseos de llevar el vestido púrpura con una una chaqueta encima.A él le entraron ganas de besarla en ese momento pero estaba seguro que sus tíos estaban espiandolos desde algún punto y prefirió no darles un espectáculo.
-Vestido púrpura-le dijo con una sonrisa angelical pero que prometía muchos, muchos problemas. Sus ojos mieles tenían un brillo malicioso y excitante.
-Por supuesto-replicó ella, sonriendole de la misma manera y provocándole un espasmo interno a Adam, que disimuló bastante bien con un gesto.
-Entonces vámonos-extendió su mano hacia ella. Beatrice, sin pensarlo dos veces, deslizó su mano sobre la suya y se dejó arrastrar por él hasta la puerta.
El aire frío le caló los huesos pero se dio cuenta que mientras estuviera en compañía de aquel chico rudo de ojos mieles, el frío era lo de menos y estaría completamente segura a su lado.
Lo acompañó hasta la acera donde estaba la motocicleta y esperó a que él se montara para después hacerlo ella.
-Ponte el casco-le ordenó él.
Y ella obedeció. Su melena roja quedó oculta debajo del casco plateado y volteó a verlo.
Adam se subió primero y la ayudó pero Beatrice se adelantó y se acomodó detrás de él con una sonrisita en los labios que solamente ella notó.
-Eres una panterita salvaje-le gruñó él y sonrió.
-Y tú eres muy parecido a un León recién domado.
-¿Un León?-le quitó el frenó de mano y se arremangó la chaqueta a la altura de los antebrazos.
-Sí. Comenzando con el color de tus ojos-abrió la vicera del casco y logró verle el cuello a Adam con más nitidez. -¿Qué hay con el color de mis ojos?-interrogó, divertido sin animarse a encender el motor.
-Son del color de la miel vista a través del sol-se sintió tonta luego de decirlo y se apresuró a continuar-por otra parte, tu carácter. Has cambiado mucho desde que te conocí y es por eso que utilicé la teoría del León recién domado.
-Un León domado y una panterita salvaje-susurró él en voz baja, pero haciendo lo posible para que ella lo escuchara y así fue-somos una extraña combinación, cariño.
Y dicho eso, se acomodó en el asiento y encendió la motocicleta, provocando el ronroneo y el rugir del motor, listo para correr.
Emprendió el trayecto a toda velocidad y Beatrice sonrió por debajo del casco. Podía sentir que volaba. La sensación sumamente helada del aire nocturno la llenó de adrenalina pura y se acercó más a su espalda.
Adam era un chico muy rudo, sin decir que no llevaba casco y no le importaba soportar el aire frío sobre su cara.
Él condujo durante un rato, yendo por las calles, esquivando coches, personas y cortando el aire. El frenesí de su conducir estremeció a Beatrice a cada momento.
¿Por qué al instante de sentarse en aquella motocicleta con él, le gustaba demasiado? A ella jamás le llamó la atención esa clase de locura, ¿por qué ahora sí?
No entendía las intenciones de Adam para con ella. Estaba actuando tan extraño, tan... diferente. Beatrice esperaba que ese paseo no se tratase de algún tipo de declaración o cualquier cosa relacionado al romanticismo, ya que ella no estaba preparada para eso. Su cabeza solo estaba centrada para los estudios.
Se preguntó por un momento en qué haría Keren Peitz en su lugar. ¿Aceptaría salir con un chico rudo a pesar de estar lejos de su país? No. De seguro Keren Peitz alejaría esos pensamientos y le pondría toda la atención a la escuela.
Y rápidamente pensó en Set. Y al pensar en él, le entraron ganas de vomitar. Le rogaba al cielo que su hermano no hubiera hecho de las suyas con Keren.
Sería un error gravísimo que a su hermano se le ocurriera enamorar a la hermana de Adam solo por el simple hecho de divertirse. No se podía imaginar la catástrofe que se armaria, sin contar que el padre de Keren era un ex criminal y quizás viajaría a rescatarla pero no sin antes matar a su hermano por haberle hecho daño.
Sacudió la cabeza de la maraña de pensamientos estúpidos y se dio a la tarea de ir viendo las calles de Nueva York. Los faroles de luz eran líneas rápidas que terminaban y empezaban a toda velocidad.
De pronto, Adam se detuvo de golpe y ella cerró los ojos con fuerza y se aferró a su cintura.
-¿Qué pasa?-le preguntó, desconcertada.
-Maldita sea-le oyó mascullar.
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Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)
Mystery / ThrillerHa pasado 20 años desde la última vez que Egon Peitz, el peor asesino serial del mundo vio a sus hijos, un par de gemelos preciosos que procreó con su amor de toda la vida; Shelby Cash, quién fue asesinada frente a sus ojos. Ha pasado tanto tiempo...