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Keren despertó poco después de haber amencido. Le dolía el cuerpo y el hombro derecho en particular, el cual estaba vendado.
A pesar del insoportable dolor que le provocó moverse entre la camilla del hospital, porque era obvio que estaba en un hospital, se sentó con dificultad. Miró todo a su alrededor y juntó las cejas.
¿Dónde estaba su hermano?
Y entornó los ojos.
¿Dónde estaba Set?
¿Cómo había podido atacarla de esa manera? Le había perforado el hombro con un cuchillo sin importarle si en vez de clavarselo ahí, hubiese sido en la cara o en el pecho.
Estaba furiosa.
Se quitó los sueros de sus brazos y trató de levantarse pero el dolor de su hombro la hizo gritar. Se volvió a sentar y a regañadientes se vio obligada a tranquilizarse. Enseguida una alarma comenzó a sonar cerca de su cabeza y a toda prisa se metió debajo de la sábana blanca y cerró los ojos como quien no quiere la cosa.
Al minuto la puerta de su habitación se abrió y entró una enfermera.
-Ay Dios, de nuevo una hemorragia-dijo y volvió a salir corriendo.
Keren abrió los ojos de golpe y se dio cuenta que la venda de su hombro estaba empapada de sangre y se mordió la lengua.
Maldijo entre dientes y suspiró.
Momentos después, escuchó la perilla de la puerta girar lentamente y miró al techo, en espera de la misma enfermera.
Sin embargo, no era ella. Volteó el rostro hacia la puerta y se precipitó en la camilla. Se levantó de un salto y se situó en el rincón de la habitación con una de las agujas del suero en sus manos, usandola como posible arma.
-¡Lárgate de aquí, te lo advierto!-le espetó a Set, quién la miraba con desdén.
Él cerró la puerta al entrar y la aseguró con llave.
Su rostro estaba rojo y tenía la nariz morada con una bandita encima. Sus labios estaban partidos y tenía muy mal aspecto.
Su cabello rubio estaba tan desordenado que bien podría hacerse pasar por un vago y cojeaba de una pierna.
Arqueó una de sus cejas rubias y la miró con sus ojos aqua con expresión burlona pero después dejó de verla de esa manera y miró a sus pies.
Cuando alzó la mirada, su expresión había cambiado totalmente: Había arrepentimiento en sus ojos.
Ella flaqueó por un segundo pero retomó la compostura y estrechó los ojos en su dirección.
-No quería lastimarte, Keren. En lo absoluto.
-¿Qué?-preguntó ella con ironía-me trataste de partir el cuello y después me lanzaste un maldito cuchillo. Si eso no es querer matarme, entonces dime que significa.
Y se tocó el cuello para hacer énfasis en su queja, que por cierto le dolió como mil demonios y alzó la aguja con recelo.
-Trenton me dijo que somos primos y que tu padre asesinó al mío. ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué te abrazara y no hiciera algo al respecto?-hizo una mueca y se sentó en la camilla.
-O sea que hacerme daño era fundamental para desquitarte-masculló con repugnancia-me das asco, Set. Yo no tengo la culpa de lo que pasó hace años y tampoco tú.
-Actúo de acuerdo a lo que siento al momento.
-Pues me vale mierda. Mi vida estuvo e peligro por tu maldita culpa y eso no lo voy a tolerar.
-Tu hermano me golpeó todo lo que quiso-siseó.
-¡Porque me defendió, pedazo de imbécil!
-No me grites y tampoco me insultes-le advirtió. Un músculo palpitó dentro de su mejilla y respiró hondo.
-Ni si quiera me has pedido una disculpa.
-No lo haré. No te hagas ilusiones-se levantó de la camilla y se aproximó a ella.
-Si das un paso más, te sacaré los ojos-lo amenazó con la aguja lista para atacar.
Pero Set continuó caminando lentamente hacia ella. Cojeaba un poco y eso ocasionó que Keren bajara la guardia.
En cuanto él estuvo a su lado, Keren soltó la aguja y le echó los brazos encima.
Set le besó el cuello y le acarició la espalda con calidez.
Una de sus manos viajó hacia sus hombros y ella aulló de dolor y se estremeció entre sus brazos.
-Iré por una enfemera. Te vas a desangrar-le susurró al oído. Lo vio salir por la puerta y ella se sentó en la camilla con aguja en sus manos.
¿Por qué había flaqueado? ¿Por qué no lo golpeó con todas sus fuerzas y le sacó los ojos?
Le resultaría muy difícil lograr hacerle daño a ese chico rubio y de ojos aqua que tanto la volvía loca. A pesar de que él ya la había lastimado, ella no podía lastimarlo. No podía.
Ella no podía pero su hermano y su padre sí, y no solo lastimarlo, sino matarlo.
Una sensación escalofriante le recorrió el cuerpo ante la idea. Si su hermano le había llamado a su padre, era muy probable que vendría a matar directamente a Set.
A los pocos minutos, la misma enfermera entró corriendo con un doctor.
El doctor y la enfemera comenzaron a hablar en alemán demasiado rápido como para que ella pudiera entenderlos.
-Dame eso, cariño-le dijo el doctor, tratando de hablarle en inglés.
-Puedo entenderlo perfectamente en alemán-le explicó Keren.
-Es un buen presagio entonces-suspiró el doctor en su lengua natal-ahora, dame esa aguja y relájate.
Keren asintió y le entregó la aguja a la enfermera.
-Ese hombro necesita otra sutura-le informó con el ceño fruncido.
-No es necesario-se negó, contrariada.
Pero doctor no le hizo caso y comenzó a quitarle la venda teñida de rojo. Se la dio a la enfermera y esta la tiró a un cubo de basura rápidamente.
Keren alcanzó a ver un carrito metálico con pinzas, aguja especial de sutura, hilo, vendas, alcohol, algodón y pastillas.
-¿Puedes resistir o quieres que te anestesiemos el brazo?
-Puedo resistir-apretó los dientes cuando el doctor le quitó los puntos mal puestos y le limpió la herida con alcohol y algodón.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora