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Había anhelo y añoranza en su mirada. Él, por dentro, le suplicaba a Dios, sí, a Dios, para que ella lo aceptara.
La tentación de ponerse de rodillas rondaba en su cabeza pero de pronto, la vio mover la cabeza de arriba abajo y llenarsele los ojos de lágrimas mientras se acercaba a él con el ramo de rosas, dispuesta a abrazarlo.
-¿Y cuál es la respuesta?
-Sí, pedazo de...
Y le atrapó los labios con los suyos antes de que ella le gritara.
-El anillo-le dijo y le tomó la mano izquierda para ponérselo.
Deslizó el anillo color oro en su delgado y delicado dedo y la sintió estremecerse.
El anillo lo había elegido él solo y a escondidas de su padre, puesto que no estaba seguro de su reacción. Aquella sortija tenía una letra en medio, una "K".
-Eres ahora mi prometida.
-¿De verdad quieres casarte conmigo, Set?-ella apenas podía respirar de la emoción.
-¿Recuerdas que cuando nos conocimos me preguntaste de que si pensaba casarme y tener familia?-ella asintió-pues solo estaba esperando a la mujer perfecta para mí. Y ya la he encontrado. Eres tú.
-Tuviste novias, y muchas chicas-dijo ella-pero me elegiste a mí. Y yo no te escogí entre tantos, puesto que has sido el único en mi vida y estoy feliz por ello.

Keren volvió a besarlo y él la atrajo más a su cuerpo. Ella sintió sus fuertes brazos alrededor de su cintura y deseó estar con él más íntimamente.
-Casemonos ya mismo-sentenció Set de repente.
-¿Qué?-ella rio.
-Sí. En Las Vegas nos podemos casar.
-Si que estás loco.
-Hablo muy en serio. Mis papeles están en el coche que traje, solo faltan los tuyos.

Keren entornó los ojos, estupefacta.
-Podemos volver a la casa de Roch a hurtadillas, sacar mis papeles, dinero, ir a Nueva York por los tuyos y largarnos a Las Vegas. Luego regresar siendo esposos, ¿Qué dices?
-Suena excitante, me encanta.
-¿Vamos entonces?-inquirió él, elevando las cejas.
Ella asintió.
Set le dio un beso rápido antes de apartarse para ponerse la playera con cuidado de lastimarse el brazo.
Keren se subió al coche con el ramo de flores rojas, sintiéndose como en las nubes.
-Haberte tatuado mi rostro en tu brazo es algo que jamás esperé.

El chico rubio sonrió.
-Para mi fue un placer. Vale la pena que mi piel haya sufrido por amor.

Volvieron a la casa de Roch tratando de no hacer ruido y dejaron el coche detrás del de Set.
Bajaron sigilosamente y Keren se situó detrás de él con el ramo en sus brazos. Él rebuscó en sus bolsillos y maldijo entre dientes.
-¿Qué sucede?-preguntó Keren.
-Las llaves. Olvidé que se las quedó mi papá.
Mordiendose los labios, ella miró con desdén la majestuosidad de la casa de su tío y carraspeó.
-Entra por ella-le dijo a Set-y diles que se te olvidó algo.
-Lógicamente van a preguntarme por ti, ¿Qué les digo?
-Que estoy aquí esperándote.
-Vendrán a verte, de eso no hay duda, amor.
-¿Y qué si lo hacen?-se encogió de hombros y abrazó su ramo.
-Volveré enseguida-le aseguró con una sonrisa y probó suerte al girar la manija de la puerta, la cual cedió milagrosamente.

Ella esperó pacientemente afuera, sonriendo como una boba e inhalando el aroma de las rosas. Contempló su anillo con mucha emoción y se propuso ser muy feliz a pesar de la situación en la que se encontraban.
Diez minutos más tarde, Set salió corriendo de la puerta con una sonrisa maliciosa.
-¡Corre al coche!-le ordenó y ella, precipitada, hizo lo que él decía.
Él le quitó la alarma a su coche y se deslizaron al interior al tiempo que Adam, Henry, Trenton y Roch salían al porche.
Set echó reversa y luego se incorporó al sentido de la calle. Aceleró a fondo y frenaron de golpe justo cuando se toparon con Egon Peitz y Sonya Di Lorenzo.
-¡Adiós, papá!-les gritó Keren con euforia al pasar junto a ellos-¡Adiós, tía Sonya!
Egon se quedó perplejo al ver a su hija alejarse en un coche muy elegante en compañía de alguien rubio.
-¿Ella es tu tía, la gemela de tu mamá?-interrogó Set al dar la vuelta a la esquina.
Keren asintió y se dio a la tarea de sonreír mientras olfateaba sus rosas.
-Es muy guapa.
-Si que lo es. Pero mi madre era más guapa y hermosa.
No había pasado ni si quiera cinco minutos, cuando el teléfono de Keren comenzó a sonar.
Rebuscó entre sus bolsillos, cuidando que el ramo se marchitara y vio la pantalla del teléfono.
Era su padre, Egon.
Miró de soslayo a Set y este se encogió de hombros sin detenerse.
Nerviosa, atendió la llamada.
-¿Diga?
-¿Cómo qué "diga"? ¿a dónde vas, Keren?-gruñó su padre.
-Voy a estar con Set unos días-le explicó-necesito un respiro, así como te lo has dado con tía Sonya.
-¿Acaso no entiendes que en estos momentos no es para andar feliz por la vida con tu novio? Necesitas estar aquí. Set se puede quedar en la casa. Pueden estar dándose un respiro aquí mismo, no allá afuera, donde posiblemente corran peligro.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora