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Llevar a una chica a cenar es uno de los motivos por el cual es más que notorio la atracción que tienes hacia ella. Pero, ¿adónde más podrías llevarla para decirle que te gusta, sin que se sienta presionada?
Adam Peitz no tenía idea de como hacer algo así; ya que la chica era Beatrice Rex, una panterita hecha mujer que era mucho más lista que él en todos los aspectos.
Se repitió al espejo una y otra vez que todo saldría bien.
No era una cita.
No era una cita.
Solo una salida de amigos...
Claro, de amigos... como si él solamente la mirara a Beatrice como amiga.
-¿Vas a salir, Adam?-la ronca vocecita de Allen lo hizo saltar del susto. Su primo se había despertado y lo miraba con sus ojos azules bien abiertos a través del espejo.
-Sí, campeón-le sonrió a su reflejo y siguió untandose crema en el rostro; algo poco masculino pero Adam era esa clase de chico que le gustaba cuidar su cuerpo y aquella tarde hacía demasiado frío como para no protegerse la cara.
-¿Con Beatrice?-continuó preguntando el niño, y abrazó su oso de peluche con fuerza.
Adam asintió.
-¿Puedo ir con ustedes?
-No. Es muy tarde y no puedes desvelarte.
-Entonces, si es muy tarde, ¿por qué ustedes si saldrán?-Allen refunfuñó e hizo pucheros.
-Ya somos personas adultas. Lo entenderás cuando crezcas-Adam terminó de untarse la crema y se dedicó a buscar la ropa adecuada para ponerse.
El silencio por parte de su primo fue sorprendente, ya que Allen era de los niños que no dejaban de hablar durante horas pero mágicamente se quedó callado y mirándolo fijamente desde la cama. Observaba sus movimientos en silencio. Incluso cuando Adam se puso sus jeans de mezclilla negro y su camisa azul rey con aire azorado. Se calzó los zapatos con incomodidad y se puso la chaqueta con los ojos en blanco.
-¿Por qué me miras de esa forma, Allen?-le preguntó, molesto mientras se rociaba perfume.
-Porque es injusto. No quieres llevarme contigo-balbuceó el niño.
-¿Acaso dejas que yo me quede cuando vas a jugar a la casa de Sonya?-Adam lo cuestionó con una ceja elevada. Y enseguida las mejillas del chiquillo enrojecieron.
-¡Es distinto!
-¿Por qué distinto?
-¡Porque Sonya es mi novia y Beatrice no es tu novia!-gritó Allen con todas sus fuerzas, haciendo reír a Adam.
-¡Vaya! Sonya es tu novia, ¿por qué no me lo habías contado?
-¡Cállate!-le gritó con menos fuerza y ocultó su cabeza en las sábanas.
-Bien, te propongo algo-le dijo a su primo con una sonrisa pícara.
-¿Qué?-Allen lo miró con ironía y negó con la cabeza.
-Mantendré tu secreto si jamás vuelves a querer salir conmigo por las noches y que nunca vas a delatarme si me ves escabullirme en la madrugada a la calle-sentenció Adam y los ojos del niño se abrieron como platos.
Abrió y cerró la boca como pez muchas veces, temeroso e incapaz de decirle que no. Y al final de cuentas, asintió.
-Eso es. Palabra de hombres-chocaron sus puños y Adam siguió arreglandose.

Faltaba menos de una hora para salir con Beatrice y Adam necesitaba más apoyo moral.
Concluyó la conversación con su pequeño primo y salió al pasillo en busca de su papá.
Se arregló la chaqueta y llamó a su puerta.
-Te ves bien, hijo. Elegiste un buen atuendo para tu declaración de amor-bromeó Egon y Adam le envió una mirada lasciva.
Entraron a la habitación y se quedaron de pie, mirándose fijamente con los brazos cruzados.
-Comienzo a pensar que esto de haberla invitado a salir fue una mala idea.
-No lo es. Créeme.
-¿Por qué no?
-Esa chica es perfecta para ti.
-No la conoces.
-Yo tampoco conocía a tu mamá y dejé que ella se metiera a mi vida y yo a la suya. Nadie nace conociendo a su pareja, menos a sus amigos. El mundo es una caja de sorpresas y solo los afortunados son capaces de abrirlo.
-Hablas muy metafóricamente, ¿lo sabías?
-Solo quiero hacerte entender-bufó y pasó caminando a su lado y se acuclilló frente a uno de los cajones de ropa de Allen y rebuscó algo unos segundos.
-¿Qué buscas?-preguntó Adam.
Egon se irguió y apretó algo dentro de su puño.
-Debes dárselo a Beatrice-extendió su mano y cogió la de su hijo para depositarle un collar.
Adam frunció el ceño y miró el collar que tenía como dije una pistola muy brillante.
-Es precioso, ¿de dónde lo sacaste?
-Le perteneció a tu mamá.
Los ojos de Adam se entornaron y miraron con dulzura aquel collar que tenía en las manos.
-¿Por qué quieres que se lo de a Beatrice? Ella no es lo suficiente mujer como para portar este collar que le pertenecía a mamá.

A Egon le dio gracia ver el rostro de su hijo que estaba perplejo y confundido.
-Verás, Beatrice me recuerda mucho a Shelby; eso pasa y sé que el collar anhela estar en el cuello de alguien que tenga la misma fuerza que su antiguo dueño-respondió con tranquilidad-solo daselo.
-Pero papá... ¿Estás seguro?-Adam dudó.
-Si no lo estuviera, no te lo hubiese dado-le dio una palmada en el brazo-ahora guardalo y entregaselo en el momento adecuado.
-Tengo ganas de salir corriendo.
-No lo hagas. Cambia de dirección y corre a verla-le guiñó el ojo y Adam parpadeó más perplejo de lo habitual.
-Eh, de acuerdo-se guardó el collar en el bolsillo y se aproximó a la puerta-deseame suerte.
-Te deseo mucho éxito.

Adam esbozó una sonrisa y su papá le devolvió el gesto antes de salir de la habitación.
Egon Peitz estaba convirtiéndose en un verdadero padre y eso le llenaba de dicha.

Mientras tanto, Adam se escabulló por el pasillo y le echó un vistazo a la habitación de Keren, donde Beatrice habitaba y se dio cuenta que la puerta estaba entreabierta. Se mordió los labios sopesando la idea de espiarla o continuar su camino a la sala y esperarla. Pero como todo Peitz, se acercó minuciosamente a la puerta y se quedó estupefacto.
Beatrice se estaba mirando al espejo de cuerpo entero de su hermana con las cejas juntas y una mueca de desagrado en el rostro. Llevaba puesto un vestido púrpura que le llegaba a la altura de las rodillas, tenía las mangas largas pero con un escote gigantesco al frente donde no dejaba nada a la imaginación.
Estaba con los brazos en jarras y susurraba palabras en alemán. Y que Adam supuso que eran groserías por la manera en la que ella hacia muecas.
Su cabello rojizo estaba suelto pero descansaba sobre un solo hombro, dejándole la mitad del cuello al descubierto, y Adam no se dio cuenta en que momento fue que abrió la puerta por completo y entró a la habitación, sobresaltando a la chica.
Sus pies se movieron por decisión propia y se situó detrás de ella sin despegar la mirada del espejo donde Beatrice lo miraba con soslayo.
-Te ves muy bien usando este vestido-le susurró en la oreja, provocando que ella sintiese cosquillas-llevalo puesto esta noche.
-Hace frío, Adam...
-Lleva un suéter encima-continuó hablándole cerca de su cuello.
-Pero...
Adam deslizó una mano a su bolsillo y apretó el collar con fuerza. Ese momento no era el adecuado. No. Aun no. Por lo que la agarró de los hombros y la hizo girar hasta quedar frente a frente.
Beatrice sintió la respiración de Adam despeinarle el flequillo y contuvo el aliento.
-Solo hazlo. No vas a sentir más frío de lo que ya sientes ahora-le aseguró y cuando ella quiso protestar, él la tomó de la barbilla con lentitud y la obligó a verlo a los ojos-confia en mí, ¿okey?
-No estoy segura de poder hacerlo...
-¿No?
Los ojos de Adam brillaron y se inclinó lo suficiente para besarla en los labios por tercera vez.
-Obedeceme, panterita-le dijo encima de sus labios, ella sintió que sus piernas flaqueaban y asintió sin querer despegarse de él.




Hola a todos;)
Lamento no haber subido capítulo en estos días. La verdad es que hace tres días traté de subir pero se me borró varias veces :( así que me resigné.
Aquí les subí un pequeño capítulo. Sé que es corto pero también ando enferma y con mucho estrés de la Universidad D:
No olviden votar:3 y comentar.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora