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Beatrice no estaba acostumbrada a que hubiese alguien en casa esperándola con los brazos abiertos y esa noche fue la excepción, pues la tía de Adam la abrazó y le dijo lo preocupada que estaba por ella y por su sobrino.


Caroline McCall se horrorizó al verla entrar con las mejillas raspadas y las manos vendadas.


-Tropecé en la escuela y caí de bruces al suelo -se excusó -pero Adam se encargó de ponerme las vendas.


-Oh, mi sobrino tan amable. De todas maneras debes tener más cuidado, hija.


-Sí, es muy amable...


-¿Y a dónde fue ahora?


Y como Beatrice prometió mentir, le explicó-sin mirarla a los ojos-que Adam había olvidado su mochila en casa de un compañero y fue en su búsqueda.


-Entonces me quedaré a esperarlo -repuso la señora McCall con una sonrisa -mientras estoy aquí, ¿podrías echarle un vistazo a Allen en su habitación?


-Por su puesto que sí.



Subió echa un desastre, pasó a ver al chiquillo y al darse cuenta que estaba tranquilamente dormido; se dirigió a su habitación temporal para asearse y dormir las próximas 48 horas.


Entró al baño y se vio en el reflejo. Su cabello estaba erizado y desaliñado, más de lo habitual. Hizo una mueca de fastidio al observar sus mejillas: Rojas e hinchadas.


Se quitó las vendas de las manos y suspiró. Sus palmas tampoco habían mejorado. Y la de su tobillo ya no era necesario llevarla puesta.


Comenzó a desvestirse lentamente para no lastimarse y dejó que el agua fría le lavara la cara y el cuerpo. A pesar de tener la piel del rostro al rojo vivo, no sintió ardor alguno al contacto con el agua porque el alcohol había hecho su trabajo de limpiar.


Enjuagó su cabello y se frotó el jabón por sus brazos, piernas y vientre hasta que quedó completamente roja. Quería lavarse los restos de aquel mal-buen día.


De pronto la imagen de ella siendo besada por Adam atravesó sus pensamientos y los colores se le subieron a la cara de sopetón.


Río por lo bajo y sacudió la cabeza, poniéndose la bata de baño encima.


Ese día había sido totalmente extraño.


Y más extraño aun porque había visto a un sujeto misterioso en una motocicleta y que según Adam, él era su padre biológico.


Y cuando ella salió de ducharse, se encontró a Adam en el pasillo y este en vez de ignorarla-como era su costumbre-se acercó a ella con una media sonrisa torcida y le revisó el rostro y las manos.


-Me daré un baño y enseguida iré a verte -le anunció.


Beatrice asintió y un poco aturdida regresó a la habitación para cambiarse fugazmente.


No sabía qué le daba más miedo: Adam molesto o el Adam amable y servicial que estaba conociendo en ese momento.


Se puso la piyama, se cepilló el cabello y se untó crema en la piel para estar humectada por el frío que comenzó a hacer. Le ardieron las palmas y las mejillas pero lo ignoró por completo. Luego se deslizó a la cama y miró el techo en espera de Adam.


En lo que él llegaba, se limitó a pensar en Keren. ¿Cómo estaría lidiando ella con Set? De solo pensarlo le provocó dolor de cabeza y se frotó las sienes para olvidarse del asunto.


Al poco rato, llamaron a la puerta y ella dio un respingo.


-Adelante -dijo.


La puerta se abrió y Adam entró lentamente. Su cabello estaba húmedo y su atuendo californiano en época de frío la sorprendió. Estaba helando y él llevaba puesto unas bermudas y una playera sin mangas. Típico de alguien como él.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora