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Egon bebió rápidamente el café y se disculpó con Caroline; con el pretexto de subir a ducharse.
Mientras que miraba como la esposa de Gabriel desayunaba con la vista fija en su plato, recordó la llamada que lo salvó de la tentación a plena madrugada y se dio a la tarea de investigar el número.
Se cercioró de que ella aun estuviera en la mesa y entró cuidadosamente a la habitación donde horas atrás había estado a punto de cometer una locura.
Cerró la puerta y se sentó en la cama, junto al buró donde descansaba el teléfono de casa.
Se apresuró a buscar el registro de la última llamada y memorizó el número a la brevedad.
La frente se le perló de sudor al darse cuenta que alguien subía las escaleras y estaba seguro que no era el pequeño Allen.
Cerró los ojos y retuvo el aliento entre sus dientes, en espera de la llegada de Caroline, pero los pasos pasaron de largo. Se acercó a la puerta y pegando la oreja izquierda a la madera, escuchó los pasos bajar otra vez.
Minuciosamente abrió y se deslizó fuera con fluidez. Había retomado las tácticas antiguas de no hacer ruido y sin miramientos se metió a la habitación de su hijo para repetir el número en voz baja.
-Iré a dejar a Allen-dijo Caroline desde el pasillo-no tardaré.
-De acuerdo-respondió Egon, tras dar un respingo por la voz de ella.
Iba a tener tiempo de sobra para ducharse, ponerse otra mudada de ropa de Gabriel, agarrar la foto de Shelby y salir a toda leche de ahí.
Vio por la ventana a Caroline y a Allen irse caminando por la acera y corrió a bañarse. Incluso no se tomó el tiempo necesario, casi salió lleno de jabón y se puso unos jeans y una camisa de Gabriel que le quedaron ajustados y los tenis que llevaba puestos. Se perfumó, se roció desodorante y se peinó frente al espejo.
Antes él llevaba el pelo alborotado y ahora la única manera de peinarlo era hacia atrás porque ya le estaba creciendo.
Rebuscó en la habitación de Caroline y encontró la foto de su amada. Besó los labios de Shelby a través del cristal y bajó a la sala.
Se mordió el interior de las mejillas, pensando que hacer a continuación. Caroline aun iba de camino al jardín de niños, lo que significaba que le quedaba veinte minutos. Así que se posicionó frente al teléfono que estaba en la mesita de la sala y marcó el número que había memorizado.
Esperó a que atendieran la llamada con el pulgar entre los dedos. Aquella manía la había agarrado de Shelby. Ella siempre se mordía los pulgares cuando estaba nerviosa y ahora él lo estaba.
-¿Amor?
Una voz adormilada surgió del auricular, dejando helado a Egon.
Era Gabriel.
-¿Caroline?-Gabriel volvió a preguntar y Egon se obligó a no hacer ruido-¿Amor, qué pasa? ¿Estás ahí?
Y Egon colgó.
Entonces había sido él el que marcó a plena madrugada y se impacientó. Le habría gustado saludarlo y decirle que su esposa era una resbalosa y que quería seducirlo en su ausencia pero se contuvo. Además, si Gabriel se enteraba de que estaba en su casa, llamaría a la policía y sería su fin.
Se frotó las manos en sus pantalones y sintió pánico. Ese sentimiento no era propio de él. Se obligó a guardar la calma.
¿Qué iba a hacer a continuación?
Ir a despedirse de su hijo a la escuela y tratar de vivir de incógnito por las calles. Asesinar a dos individuos cada semana era su meta de vida. Ya no asesinaría sin límites. Solo dos por semana. Nada más. Para calmar los nervios y sentirse bien consigo mismo.
Gruñó cuando se percató que se había quedado pensativo y que ya debía largarse.
Aferró la foto de Shelby a su pecho y se dirigió a la puerta. Suspiró y echándole un último vistazo a aquella casa, abrió.
-¿Vas a alguna parte?
Retrocedió al encontrarse cara a cara con Caroline.
Ella lo miraba ceñuda y confundida.
-Sí. Ya me voy-contestó con fiereza.
-¿Adónde?
-Lejos de aquí. Este lugar me enferma.
-Pensé que Adam te importaba.
-Me importa demasiado, Keren y Adam son lo único que me mantienen con vida pero ellos no están aquí ahora-espetó-y no tengo por qué quedarme.
-¿Por qué no solo te relajas?-avanzó un paso a él y Egon no se movió.
-Ya me relajé en la ducha.
-¿Por qué actúas así, Egon?-se mostró ofendida al ver que él no caía en sus redes.
-¿Actúo como? Por Dios, ¿no te das cuenta, mujer? Me estás seduciendo, eres la esposa de Gabriel, mi amigo-añadió Egon con asco-pensaba cogerte, lo admito, para vengarme de Gabriel pero medité las cosas y me di cuenta que sólo voy a faltarle a la memoria de Shelby si lo hago. Y te aconsejo que lo medites también.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora