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Set salió muy temprano de casa al día siguiente de ir al cine con Keren. Miles y Aaron le habían llamado para avisarle que Hitachi había desaparecido sospechosamente en su propia casa y que una nota escalofriante se hallaba ahí mismo pero que ninguno de ellos se animaba a ver por miedo.
-¿Y por qué piensan que yo la leeré?-les espetó el rubio cuando ya se encontraba frente a la casa de Hitachi, la cual la puerta principal estaba quebrada y había rastros de forcejeo dentro.
-A ti nada te da miedo. Entra, coge la carta y vámonos-le susurró Aaron temblando de miedo a sus espaldas.
Set volvió el rostro a él y le regaló una gélida mirada que le recorrió hasta los huesos a Aaron.
-¿Por qué me estás dando órdenes?-le siseó, molesto.
-Tranquilos-eludió Miles-iré yo pero cubranme la espalda.
-Me quedaré vigilando, no te preocupes-objetó Aaron, con el rostro aun amoratado.
Set gruñó y dio un paso dentro con Miles.
-Voy contigo-le dijo y Miles asintió.
Ambos chicos se deslizaron dentro de la casa, siendo muy cuidadosos de no pisar o quebrar más las cosas que estaban en el suelo. Al parecer habían entrado a la fuerza y se llevaron a Hitachi en contra de su voluntad. A Set le importaba muy poco la vida de ese sujeto, lo que le importaba era recuperar la mercancía que le habían robado. Y lo peor de todo es que si Hitachi dijo la verdad, Black vendría por sus cabezas y les iría en feria.
-Aquí está la carta-anunció Miles, señalando el papel doblado sobre la mesa.
-Cogela y larguemonos-ordenó el rubio y su amigo asintió. Cogió la carta y los dos echaron a correr a la salida donde Aaron miraba a todos lados menos a la casa.
Salieron a la calle y se dispusieron a leer la carta en un lugar lejos de ahí. Set optó por no llevar coche para no dejar rastro, por lo que los tres amigos se encaminaron por la acera a un local de helados.
Solamente ahí podrían leer el contendido de la carta sin verse sospechosos.
Set se sentó en una de las mesas mientras que Miles compraba helados para disimular. Aaron tragó saliva cuando el rubio desdobló la hoja.
Sus ojos aqua comenzaron a leer...
"A quién le importe la vida de Hitachi, que termine de leer esta carta... "
-Si fuera una persona que sigue las órdenes, tiraría este papel porque ciertamente no me importa la vida de ese idiota-masculló Set-pero continuaré leyendo para que no nos partan el culo gracias a ti, Aaron.
-¿Por qué por mí?-se defendió.
-Por perder la cabeza y agarrarte a golpes con el asiático.
-Eso no influyó en nada. A Hitachi lo ha de haber secuestrado los hombres de Black...
-Cierra la maldita boca-le espetó Set y continuó la lectura.
Miles regresó con helados y tanto Aaron y Set cogieron los suyos.
-Lee la carta en voz baja, quiero oírla-le aconsejó Miles, lamiendo el helado derretido que se deslizaba por sus dedos.
Set hizo una mueca de exasperación y el piercing de su ceja se contrajo.
"Punto de encuentro: Dónde yacía el muro de Berlín. Si quieres volver a ver vivo a Hitachi y vivir tranquilo, ve a ese punto de encuentro. Si eres Set, el encargado, ahí te veo.
Black."
-Tal parece que de todas maneras la carta fue hecha para mí-musitó Set de malhumor-yo no soy el puto líder del pelotón de idiotas.
-Sí que lo eres. Yo soy el segundo después de ti-sentenció Miles atacando su helado al igual que Aaron.
-Déjense de estupideces. Ustedes me nombraron líder porque saben que puedo hacerlos mierda en combate-siseó el rubio y rodó los ojos.
-¿Qué más da? ¿Vamos a ir a ese encuentro?-preguntó Miles con preocupación.
-Pues no queda de otra. Iremos.
-¿A qué horas?-quiso saber Aaron.
Set postró su vista de nuevo en el escrito y encontró la hora.
-A las 8 de la noche-contestó.

Miles asintió y Aaron chasqueó la lengua, disgustado.
-Yo no creo poder ir-informó Aaron con inquietud.
-¿Por qué no?-le riñó Set, molesto.
-No quiero morir.
-Eres parte del escuadrón de idiotas y como tal, tu obligación es ir con nosotros o juro por lo más sagrado que tengo, lo cual es mi propia vida, que te mataré-lo amenazó Set.
La boca de Aaron se abrió y entornó los ojos, mirando a Miles en busca de ayuda, pero este se limitó a encogerse de hombros, poniendo como excusa su helado.
-Ya está decidido-gruñó el rubio y estrujó la hoja entre sus manos-esta noche iremos todos al encuentro.
Y dicho eso, tiró el papel al cubo de basura del local junto con su helado derretido.
-¿Y ahora qué?-preguntó Miles, cuando ya se hallaban en la calle. El aire le despeinó el cabello y suspiró.
El rostro de Set estaba rojo, rígido y muy sudoroso.
-Pues yo me voy a casa-dijo él con las cejas juntas.
-Voy contigo-añadió Miles.
-Entonces nos vemos en la noche-terció Aaron y se echó a correr en dirección contraria a ellos.
Set soltó una carcajada irónica y meneó la cabeza de un lado a otro y se puso serio.
-Si Black tiene ánimos de matar a alguien, ofreceré como tributo a Aaron.
-Y yo te apoyaré-graznó Miles.
-¿Sabes qué? No iré a mi casa, vamos a la tuya y vemos que hacemos para perder el tiempo.
-De acuerdo-respondió su amigo.
A Set no le agradaba la idea de encontrarse cara a cara con Black. Jamás en su vida lo había visto, solo a sus representantes o si en caso cartas o correos electrónicos. Y en este caso era grave el asunto como para que el mismísimo jefe llegase en su encuentro. No tenía miedo, simplemente estaba nervioso.
Caminaron por las calles, callados y agobiados. Miles estaba aterrado pero al ver la seguridad que Set demostraba, intentó relajarse; ya que él siempre era el que arreglaba los problemas.
-¿Cómo está tu abuela, Miles?-le preguntó Set de sopetón.
El otro chico se quedó un poco desconcertado y titubeó. Era la primera vez que le preguntaba sobre su abuelita.
-Bien, supongo. No puede levantarse de la cama sin ayuda y tampoco puede caminar, ya sabes, la osteoporosis la está matando poco a poco-contestó con tristeza, la cual disimuló con una sonrisa-espero poder ahorrar mucho dinero para llevarla con especialistas y así la sanen por completo.
-La osteoporosis no se puede curar del todo, solo mantenerla a raya-le informó Set.
-Da igual. Yo solo quiero que esté bien.
-Te deseo éxito, amigo-le dijo con sinceridad y Miles se sorprendió otra vez.
Siguieron hablando acerca de la abuelita de Miles y luego sobre Aaron. Aun no les quedaba en claro sus intenciones y Set sospechaba muchas cosas.
-En lo personal, Aaron es un sujeto en quien no se puede confiar y lo sabes de sobra-añadió Miles mientras abría la puerta de su casa-siempre he dicho que es espía de alguien.
-O simplemente quiere todo fácil para él sin esforzarse-farfulló Set y se dejó caer en el sofá de la sala.
-¿Miles? ¿Hijo, eres tú?-una voz femenina un tanto apagada surgió de una habitación.
-Sí abuelita, soy yo. Vino un amigo a la casa-le respondió dulcemente.
-¿Podrías pasarme un poco de agua, por favor, hijo?
-Claro que sí. Voy enseguida-y se dirigió a la cocina.
Set lo vio llevar un vaso lleno de agua a la habitación de su abuela y cerró los ojos para procesar lo que acababa de pasar.
Hitachi, el encargado de pasar la mercancía, secuestrado. Black quería verlos cara a cara para acribillarlos o solamente para darles una golpiza. Pero eso a Set lo tenía sin cuidado. Era muy bueno peleando.
Lo único detestable es que no tenía ninguna pistola. La que tuvo tiempo atrás se la robaron en un enfrentamiento y planeó venganza, pero cuya venganza se le fue olvidando y al final de cuentas le resultó aburrido recuperar algo viejo. Sus planes en el presente era conseguir una nueva y mejorada.
¿Cómo había aprendido a disparar?
Solo.
¿Cómo había conseguido un arma?
Era secreto.
A él le importaba nada más y nada menos que salir de Alemania y ser un gran criminal como su fallecido padre.
Aunque había un problema en sus planes: Keren Peitz.
Sí, ella. ¿Por qué? Porque ella sabía más de él de lo que otra persona sabía. Ni si quiera sus colegas estaban al tanto de que él era hijo de un criminal muy experimentado.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora