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Keren no tenía ganas de saludar a los amigos de Set. Es más, deseaba salir corriendo a la calle y pedir un taxi para que la llevara de regreso a Nueva York. Y no se hubiese sentido tan disgustada si a menos los padres de Set estuvieran ahí con ella.
Pero no.
Ella se hallaba sola en una casa repleta de chicos alemanes, y no tan guapos como Set.
No salió de su habitación en todo el día, ni si quiera el hambre la sedujo para salir.
Haría una huelga de hambre interna.
Sin embargo, alguien comenzó a aporrear la puerta y sintió náuseas. ¿Y si no era Set? ¿Y si era uno de sus amigos?
Se encogió entre las sábanas y mantuvo la boca cerrada.
-¿No vas a desayunar?
Afortunadamente era él.
-¿Ya se fueron tus amigos?
-Desde hace mucho rato, por cierto, lamento lo que pasó con ellos. Están locos pero ya hablé con ellos y prometieron no meterse contigo.
-Gracias; pero no era necesario.
-Sí que lo era. No voy a dejar que te molesten; eres mi invitada pero te agradecería si me abrieras, siento raro hablarle a la puerta.
De inmediato le abrió y volvió a sentarse en la cama con las sábanas hasta la barbilla.
Intentó encontrar algún tipo de malicia en los ojos del chico pero falló. Al parecer hablaba en serio.
-Necesito saber cuando estarán tus padres aquí.
-Puedo ayudarte en lo quieras.
-¿Me llevarás a conocer mi nueva escuela?-aventuró a preguntarle y él asintió-¿ahora?
-Claro. Ahora.
Su cabello goteaba gracias a la rápida ducha que se había dado en el cuarto de baño de Beatrice y miró de soslayo a Set, quién también ya se había duchado y olía realmente bien. Su atuendo apenas y cambió. Solo el color de su playera sin mangas y el pantalón fue la diferencia, de ahí todo exactamente igual. Incluso es adorno de su piercing lo había sustituido por otro. La noche anterior tenía una piedrita color plata y en ese momento era dorada.
-Ambos estamos listos para salir, pese a que tú no has desayunado-objetó él, mirándola con diversión.
-Dijiste que no sabías cocinar-se alisó el cabello con los dedos.
-No creas que solamente compré esas pizzas anoche.
-¿Hay pizza para desayunar?
-Sí. ¿Te gusta la pizza mexicana? Es muy buena.
-Ayer la hubiésemos cenado, me encanta-sonrió y se levantó de la cama.
Keren se cercioró de que ningún idiota aun estuviera en la sala y descendió con Set pisándole los talones.
El desayuno fue en el sofá de la sala de lo más tranquilo.
-¿Qué haces para divertirte?-le preguntó Set, sus ojos aqua se miraban grises por la luz del sol que se colaba desde la cocina. Ya habían terminado de desayunar pero continuaron sentados.
-Leo-contestó.
-¿Leo?-ladeó la cabeza sin entender bien a lo que se refería.
-Leo libros para divertirme o salgo a pasear con mi hermano.
Cuando ella pronunció la última palabra, Set esbozó una sonrisa delirante.
-Pero aquí no está tu hermano-dijo él-puedes salir conmigo las veces que quieras.
Tener lejos a su hermano no la hacía feliz, de hecho la hacía sentir miserable e incompleta en todos los aspectos. Solo Adam la entendía. Y no porque fuesen gemelos, sino porque eran medias naranjas, no en el sentido sentimental, sino en el sentido de hermandad.
Ambos se pertenecían entre sí.
No obstante, se había quedado mirando al vacío y muy absorta en sus pensamientos, y ni si quiera notó que Set llevaba varios minutos agitando la mano frente a su rostro. Parpadeó, confusa por la situación y sonrió tímidamente.
-Lo siento. A veces me quedo sumida en mis pensamientos-se disculpó.
-Trataremos de que eso no suceda a menudo, ¿vale?
-¿Por qué? En mi mente me siento muy a gusto.
-Pues haré que te diviertas tanto que no habrá necesidad de que pienses demasiado-le aseguró y ella soltó una carcajada.
-¿No me crees?-preguntó, riéndose también.
-No te conozco; así que tendré que ver con mis propios ojos la diversión prometida.
La sonrisa de Set se ensanchó y un brillo malicioso atravesó sus ojos.
-Vamos, te mostraré primero tu escuela y después tendrás algo de diversión.
Alargó su brazo en dirección a ella y dudosamente, Keren depositó su mano sobre la suya sin estar muy convencida de hacerle caso; pero después de todo tenía que llevarse bien con él porque compartirían techo durante 12 meses enteros.
Salieron a la calle donde el coche estaba estacionado y le echó un vistazo rápido a la casa por fuera. Era muy hermosa y perfecta.
Volvió el rostro hacia el coche y vio a Set sonriéndole amistosamente desde la puerta del copiloto para que ella subiera.
-Gracias-le dijo.
-Por nada-le dijo él.
Como era miércoles, mitad de semana, a Keren se le ocurrió no ir a clases sino hasta el lunes y así conocer la ciudad con ayuda de Set White. Él le mostró la Universidad donde iba a pasar un año entero y se estremeció. Era realmente grande y muy jovial. Alcanzó a ver a muchos estudiantes salir de varios apartamentos que quizás eran salones e iban muy bien vestidos. Y como ella dijo desde que pisó Alemania: Todas las personas eran blanquísimas y rubias. No notó ningún estudiante con cabello oscuro.
Se sintió intimidada por un momento pero retomó la postura inmediatamente.
-¿Por qué todos son tan blancos?-soltó de sopetón.
Set la miró con desdén y juntó las cejas, riéndose.
-Creo que así lo decidió el destino, ¿no? Pero si quieres me hago afroamericano. Me encanta las pieles de chocolate.
-No me refiero a eso-se sintió cohibida-es que son muy blancos; más que los blancos.
-Esto es Alemania. Somos alemanes-bromeó.
-Y yo norteamericana.
-Eres de piel blanca también-observó él, aparcando en el estacionamiento.
-No tanto como los de ahí-replicó ella, señalando con el dedo a los estudiantes de la escuela que iban de un lado a otro-o como tú.
Set se miró la piel de las manos y de los brazos y frunció el ceño.
-Mi piel es del mismo color que la tuya, Keren.
-Te equivocas-repuso-álzate la playera.
Obedeciéndola, se la alzó hasta la altura del tórax, mostrando un fabuloso abdomen marcado y una piel tan blanca como la nieve.
Keren no pudo evitar sonrojarse una vez más.
-¿Lo ves? Hay una gran diferencia entre mi piel y la tuya-acercó su brazo al abdomen de Set y comparó.
-A ver, levántate la blusa y verás que somos del mismo color de piel-vaciló.
-No es apropiado-sus mejillas amenazaron con explotar de tanta pena.
-Solo para que veas que estás equivocada.
Keren se mordió el labio inferior y se debatió en hacerle caso.
Con dedos temblorosos se fue levantando la blusa a la altura de su abdomen.
La piel de esa área era sumamente blanca al igual que la de Set y él sonrió sin dejar de verla. A pesar de que ella se moría de ganas de tocarle la piel, se contuvo pero él no. Set deslizó sus cálidos dedos en su abdomen y le regaló dos caricias.
-¡Hey! ¿Qué creen que están haciendo?-masculló alguien fuera del cristal.
Ambos se bajaron las playeras y voltearon a ver al recién llegado. Era un policía, un guardia de la escuela, que amenazaba con cortarles la cabeza solo con los ojos.
Set apretó la mandíbula y bajó el cristal de la ventana.
-¿Hay alguna ley que prohíba revisarse el abdomen dentro de un coche?-interrogó, claramente molesto. Sus ojos parecían azules en ese momento-mi amiga tiene problemas en la piel y yo solo le estaba proporcionando ungüento.
De sus bolsillos extrajo un pequeño tubo de crema y se lo enseñó al sujeto y este estrechó los ojos con intensidad.
El corazón de Keren estaba desembocado.
-No hagan cosas buenas que parezcan malas, por favor-le devolvió la crema y se alejó de ellos a paso firme.
Set subió el cristal y encendió el coche, poniéndolo en marcha rudamente.
Keren se tuvo que a cerrar al cinturón de seguridad cuando salieron disparados a las calles.
-¿De dónde sacaste esa crema?-le preguntó, cuando se percató que él ya estaba más tranquilo.
-Es mi ungüento para el sol, a veces mi piel se irrita-le dio el tubo de crema y ella lo miró con detenimiento.
-¿Lo ves? Tu piel es tan blanca que se irrita por el sol.
La risilla que Set soltó hizo reír a Keren. Él era muy gracioso.
-O tal vez es normal pero el sol me ataca solamente a mí.
-¡Esa teoría es ridícula!-rio ella.
-No es una teoría, es la verdad y por si fuera poco, es mezquino tener que frotarse esa cosa en la piel. Casi nunca me funciona porque me irrita más la piel o me salen erupciones.
-¿Ya has ido al dermatólogo?
-No.
-¿Y quién te dio esta crema?-le dio el tubito y él lo guardó en su bolsillo.
-Lo compré en una farmacia.
-¿Sin receta médica?
Set asintió, consternado.
-Mis padres no se preocupan por mí, Keren. Ellos actúan como si me odiasen y la verdad es que no los culpo-se frotó el puente de la nariz sin apartar la vista del frente-la consentida es mi hermana y aunque yo sea el mayor, soy como el no deseado.
-No digas eso, Set. Todos los padres del mundo aman a sus hijos.
-Pues los míos no. Menos mi padrastro.
-¿Padrastro? ¿Dónde está tu papá?
-Muerto.
A Keren le sorprendió esa noticia.
-Oh, lo siento.
-Nah, no lo sientas. Ni si quiera lo conocí. Murió mucho antes de que yo naciera.
-Espera, ¿te refieres a que murió cuando tu mamá estaba embarazada?-él asintió-¿y qué hay de Beatrice?
-Ella es hija de Trenton, mi padrastro. Es la hija que tuvieron juntos.
Sinceramente no entendía por qué él le estaba contando su vida personal. Apenas se acababan de conocer y no sabía como reaccionar al respecto.
-Yo... no sé que decir...
-No digas nada. Solo escucha-dijo él-y espero no lo andes divulgando.
-¿A quién se lo habría de decir?
-A tu hermano, por ejemplo.
-Jamás le contaría nada a nadie.
-Me agradas mucho, Keren-le dijo, asomando una sonrisa fantasma en sus perfectos labios rosas-y acabamos de conocernos, ¿no es genial?
-Necesitamos conocernos mejor, ¿no crees?
-En lo absoluto. Quiero que te sientas en casa todo este tiempo que estés aquí.
Complacida, asintió y dejó que el chico rubio de ojos aqua la llevara a donde quisiera. No tenían prisa de nada.
Cuando llegó a Alemania pensó que se encontraría a la típica familia alemana esperándola pero en cambio, se encontró con un chico inquietante y muy atractivo esperando por ella. Era algo muy peculiar como si se tratase del destino.
Y pensando en tantas cosas, recordó que su teléfono había quedado cargándose en la habitación y que quizás se sobrecargaría pero lo dejó pasar. Su móvil le había durado mucho tiempo y ese día no iba a morir.
-Mis padres, cuando te conozcan, van a decirte muchas cosas malas de mí y te ruego que no les creas.
-Confío en ti, Set. No te preocupes.
-¿En serio confías en mí?
-Sí.
-Por favor, no lo digas en voz alta.
-¿Qué? ¿Qué no diga en voz alta que confío en ti?
-Exacto.
-¡Confío en ti! -gritó, entre risas y entonces, sin previo aviso, Set detuvo el coche de golpe y agarrándola del mentón, la besó.







[Sé que es muy poco._. Pero estoy en semana de exámenes y no quería dejarlos intrigados. En unos días subiré un súper capítulo :3 no olviden votar y comentar]

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora