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El recorrido a quién sabe donde duró alrededor de dos días entero, en el cual no tuvieron acceso a alimentos, solo a agua y a pequeños momentos para ir al baño.
Henry apenas y podía respirar a través de la cinta adhesiva que le cubría la boca y parte de la nariz. No se podía mover tampoco porque estaba atado tanto las manos y sus pies.
A determinado tiempo se ponía a toser de tanta asfixia y le quitaban un rato la cinta y luego volvían a ponérsela.
-Por favor, él no va a hablar en todo el camino. Pero ya no le pongan la cinta-suplicó Keren.
-Es un muchacho con muchas sorpresas y no me voy a arriesgar-replicó el que conducía con voz ácida.
Los otros sujetos le apretaron los hombros a Keren en señal de que debía tener la boca cerrada y se estremeció sin dejar de abrazar a su primo que se mantenía muy callado pero con los ojos muy alertas.
-¿Cuánto falta para nuestro destino?-se aventuró a preguntar en un hilo de voz, siendo consciente de la exasperación de los tres sujetos.
-Calculo que unas tres horas-contestó uno de los que la tenían sujetada.
El cielo volvía a ser oscuro y ella moría de hambre.
Y no tuvo más remedio que guardar silencio y esperar lo que el destino le guardaba.
No obstante, el cansancio y el hambre la hicieron cabecear. Le pesaban los párpados y le era imposible mantenerse despierta.
Se abandonó al sueño sin importarle nada.
Salvo que cuando vino a reaccionar, la negrura de la noche había incrementado y se dio cuenta que la persona que la despertó había sido su primo Allen por órdenes de los hombres.
-Ya estamos aquí-la voz tajante del que conducía se oyó de repente y ella se mordió la lengua para no soltar un bostezo.
La camioneta aparcó en un lugar muy resguardado de la ciudad pero muy fresco. Las puertas se abrieron y uno de los hombres cogió a Allen con brusquedad y Keren se le fue encima con desesperación.
-¡No lo toques!
-¡Keren!-chilló el niño tratando de alcanzarla cuando lo bajaron a la fuerza de la camioneta.

Henry se retorció en el asiento intentando liberarse de las ataduras pero solo consiguió que lo golpearan en la cabeza y perdiera el conocimiento.
Keren miró horrorizada a su hermano y comenzó a gritar. Les dio de patadas a los sujetos que intentaron agarrarla y les mordió las manos con fiereza.
-¡Si se atreven a ponerle una mano encima a mi primo, los mato!-les advirtió con cólera.
-¡Cierra la boca!-le gritó el que conducía y tiró de ella hacia atrás del otro lado de la puerta.
Keren lo empujó y echó a correr con las manos atadas hacia su primo que estaba sobre el hombro de otro sujeto pataleando y gritando.
Y vio por el rabillo del ojo como arrastraban a Henry por el asiento y lo lanzaban de lleno al suelo.
Ni si quiera se había tomado la molestia de escrutar a su alrededor y se quedó inmóvil cuando por fin vio que se hallaba frente a una casa muy grande y elegante, que parecía sacada de una película de Crepúsculo y estrechó los ojos.
-¿Qué demonios es este lugar y qué hacemos aquí?-preguntó a la defensiva. Los tres hombres comenzaron a rodearla.

-Si dan un paso más a ella, les cortaré la cabeza a cada uno-gruñó alguien a sus espaldas.
Keren se dio la vuelta rápidamente y vio a un hombre canoso, tatuado y muy atractivo en el porche de la casa. Sin saber por qué, se sintió a salvo.
Frunció el ceño al tiempo que el hombre atractivo se acercaba a ella con determinación. Lo primero que se le vino a la cabeza fue correr pero no tenía ninguna probabilidad de salir ilesa.
-Hola-la saludó el hombre en tono jovial-tú debes ser Keren, ¿no es así?-y sacó una pequeña navaja de su bolsillo y le cogió ambas manos. Ella asintió sin respirar. Entonces él le cortó la soga de las manos y la miró a los ojos-bueno, pues yo me llamo Roch Tyler. Y parece ser que eres mi sobrina.

Tardó un minuto el cerebro de Keren en procesar aquella información y parpadeó. Retiró sus manos de las de él y se abrazó a sí misma.
-¿Qué?-preguntó, abrumada.
-Es una larga historia que deseo contarte-añadió el tal Roch con regocijo.
-Libere a mi hermano y a mi primo-graznó ella con decisión.
Roch alzó una mano y chasqueó los dedos. A los pocos segundos dos hombres el doble de grandes y bravucones que los que estaban sujetando a Henry y a Allen salieron de la casa de ese sujeto que decía ser su tío. Empujaron a los otros hombres y comenzaron a liberarlos.
Henry cayó de bruces al suelo y ella corrió a auxiliarlo. Él tenía la cara azulada y apenas podía respirar y abrir los ojos.
Allen, por su parte, corrió a ella y se quedó inmóvil a su lado.
Y cuando por fin Roch pudo verlos mejor, su rostro que había estado alegre minutos atrás, se ensombreció.
Observó los moretones y rasguños de los tres chicos y apretó la mandíbula.
-¡Traigan a Steve, ahora!-ordenó con voz autoritaria.
Keren entornó los ojos y gruñó.
Los hombres que habían salido anteriormente de la casa, echaron a correr de nuevo al interior.
-¿Steve Blake?-siseó ella con cólera. Roch asintió con desdén-¡Lo voy a matar!
-Tranquila, yo también quiero matarlo.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora