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La camioneta en la que iban se movía con tal brusquedad que Allen se golpeó la cabeza con la compuerta de esta y rompió a llorar con histeria. Y Keren no pudo tranquilizarlo con nada, pese que el pequeño se rehusó a ser abrazado.
Henry, por su parte, se mantuvo callado todo el rato del berrinche del niño a un extremo de la camioneta.
-Por favor, Allen-susurraba Keren al borde del colapso.
-¡Ya quiero irme a casa! ¡Quiero a mi papá!-gritó el niño con desesperación.
-Yo también pero calmate. Estas personas nos van a matar si no nos tranquilizamos.

Y como si hubiese habido un interruptor dentro del niño, cerró la boca y abrió los en su totalidad.
Henry esbozó una sonrisa y meneó la cabeza en negación.
-Ella tiene razón-se atrevió a decirle a Allen-si cooperamos en estar callados, nos dejarán ir.
-¿Eso... eso es cierto, Keren?-preguntó el niño sorbiendo por la nariz.
-Claro que sí-afirmó su prima, echándole una mirada a Henry.

Diez minutos más tarde Allen ya se hallaba en los brazos de su prima completamente dormido.
Habían pasado tantas horas que nadie sabía si era de noche o de día.
Les dolía las articulaciones y tenían hambre. De vez en cuando se detenían para llevarlos a una gasolina para hacer sus necesidades y luego volvían a meterlos como animales al interior.
En las tres veces que fueron al baño, Henry preguntó con disimulo a dónde se dirigía la carretera y le habían dicho que a Los Ángeles.
A pesar de que a Keren ni a él les sorprendió, deseaban llegar cuanto antes a ese lugar y respirar aire puro.
Ella no dejaba de pensar en la manera por la cual su familia se enteraria de a donde se dirigían pero confiaba en que con ayuda de Henry, escaparian.
-¿Qué te parece si jugamos a "El Peor Juego de Preguntas Jamás Inventado?-propuso su hermano con aburrimiento.
-¿Si dices que es el peor juego, por qué quieres que lo juguemos?
-Para pasar el rato. No soporto estar un minuto más en silencio. Me volveré loco y no querrás verme perder los estribos.

Keren miró de soslayo a su primo y después asintió.
-Bien. Juguemos entonces, tú empiezas.
-Excelente-dijo Henry y se quedó pensativo-a ver... ¿Qué ha sido lo peor que has hecho en tu vida? Puede ser alguna travesura o estupidez.
-Todas las travesuras y estupideces las he hecho al lado de mi hermano-contestó y pensó en una de esas veces que salió regañada junto con Adam-pues una vez estábamos enojados y le pusimos pegamento líquido a los asientos del comedor para que nuestros tíos se quedaran pegados. Y todo iba tan bien hasta que ocurrió un sismo y salimos corriendo. Y al momento de volver a entrar, nos olvidamos del pegamento y los que quedamos pegados a las sillas fuimos Adam y yo. Ninguno de los dos se atrevía a quejarse mientras desayunabamos porque sabíamos nuestro delito; así que cuando terminamos de destinar y llegó la hora de irnos a la escuela, no pudimos levantarnos. Mi tía Caroline...-titubeó y sintió vértigo, puesto que le dolía el pecho de solo pensar en ella y Henry se dio cuenta.
-Tranquila, no sigas si no quieres.
-No pasa nada-se obligó a sonreír y continuó-ella nos pilló al instante. No le dijo nada al tío Gabbe y esperó a que él se marchara al trabajo para hablar seriamente con nosotros y despegarnos de la silla. Nos castigaron tres meses sin televisión.
-Vaya-dijo él, con asombro-a mí me hubiera gustado tener un hermano conmigo con quien hacer tonterías.

Keren esbozó otra leve sonrisa sin despegarle la mirada de encima.
-Bueno, pues ahora tienes dos hermanos-repuso con firmeza.
-Se me hace muy raro haberme enterado muchos años después que yo tenía hermanos-confesó con absoluto desasosiego.
-Ahora imagínate yo-replicó ella, besando la cabeza de Allen-toda mi vida pensé que solo éramos Adam y yo contra el mundo. Y luego apareces de la nada. Ese fue un gran impacto.
-Mamá siempre se la pasó buscando a mi padre por muchos años-dijo con la mirada perdida en algún punto-y cuando me contó que por fin lo había encontrado, no le creí pero le hice el favor de buscarlo para que estuviera tranquila.
-Hablas de ella como si estuviera enferma.
-Lo está-susurró contrariado-sufre de alucinaciones y pocas veces son las que he logrado mantenerla tranquila. Había pasado tanto tiempo de grandes tropiezos en nuestra vida que el día en el que ella se sintió muy bien, decidió trabajar doble turno y ahí fue donde encontró a nuestro padre. Ella nunca había estado tan feliz en la vida como cuando me lo contó.
-Oh, lo siento mucho...
-No lo sientas. Sé que mi madre sufre de esquizofrenia pero ningún médico la ha tratado. Espero esté bien ahora que la he dejado sola.
-¿Por qué la dejaste sola?-Keren se alarmó.
-Porque quería ver a mi padre.
-Pero ese no es motivo suficiente. Ella necesita de tus cuidados.
-Bueno, es que ella fue la que me pidió venir a buscarlo.
-No entiendo...
-Escucha, Keren-volvió a decirle su nombre y ella se sintió extraña-mi madre sabe perfectamente que no falta mucho para que alguien la vea y la lleve a un psiquiátrico y por eso fue que me envió hasta acá. Si la logran llevar a ese sitio, yo quedaría sin nada porque nos quitarían la casa. ¿Entiendes?

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora