~Quizá no habrá final...~

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Diez años después.

La vida en Europa resultó mejor de lo que los gemelos Peitz pensaron cuando decidieron mudarse allí por trabajo.
Los hijos de ambos ya estaban dejando atrás a la niñez e iniciando la adolescencia y ellos dejando la juventud.
Keren Peitz y Hunter Lynn residían en Zagreb, Croacia, luego de tanto debatirse en vivir ahí o en Austria, pero al final eligieron ese país.
En cambio, Adam Peitz y Beatrice Rex optaron por vivir en Austria en memoria al país natal de Egon Peitz.
Cada periodo de vacaciones se visitaban o se iban a pasarla bien a Norteamérica en casa de su hermano Henry Wilde, quién continuaba sin tener una pareja estable e hijos.
A veces hablaban por medio de redes sociales con Kevin Black y su esposa Paloma, que vivían en Madrid, criando a sus dos hijos; Poplan de 16 años y Román de 10.
Poplan, Lucy y Luther tenían la misma edad y cuando se visitaban, eran inseparables.
Y Román y Liam eran aparte. Habían nacido con mucha timidez y solo entre ellos se entendían perfectamente, aunque se llevaban dos años de diferencia.

Keren, Adam y Kevin llegaron a la conclusión de que intentar llamar a a Austin Willimas y a Thomas Wilson era solo una pérdida de tiempo porque continuaban sin querer disculparse como se debía y querían tener la mismo distanciamiento y evitar problemas futuros. Pero el que no quiso cortar contacto fue Dylan, puesto que estaba muy agradecido con sus primos por ayudarlo a salir de su zona de confort. Él había tenido una relación fugaz con Carla Mondragón, pero al notar que no podían coincidir, terminaron y quedaron como buenos amigos. Dylan se centró en su empleo dentro de una empresa editorial en Londres, Inglaterra, y comenzó a pensar que el amor algún día le llegaría.
Y Roch Tyler, el mejor tío que tuvieron los gemelos, enfermó dos años atrás y los médicos le diagnosticaron Alzheimer, haciendo que olvidara gran parte de su vida, incluyendolos a ellos. Lo visitaban cada mes, ya que el sitio donde él vivía estaba cerca de donde vivía Keren y su esposo en Croacia.

Y aparentemente la vida parecía ser demasiado normal.
Sí, demasiado normal que daba un poco de miedo.

(...)

-Román Black.

El chico de cabello negro y ojos verdes se encogió en su asiento al escuchar su nombre salir de los labios de su profesora.
Él dominaba bien el español y el inglés, pero solía usar más el inglés porque era el idioma natal de su padre, y aunque el español lo era de su madre, le gustaba jactarse de su talento bilingüe.
Era completamente asocial a pesar de tener apenas diez años y su único amigo era Liam Lynn Peitz, su propio primo, que era dos años mayor que él y que vivía en Zagreb, Croacia, y que cada determinado tiempo miraba.
-Presente-contestó en un hilo de voz y continuó abrazando su mochila sobre sus piernas.
-En español. Aquí no estáis en esos países de quinta que hablan inglés-lo reprendió la docente con cara de pocos amigos y el resto del salón rompió a reír-ni tampoco estás con tu familia. Esto es Madrid, Román y hablamos español.

El chico asintió con rubor en sus mejillas y hundió su rostro en la mochila.
Desde entró a la primaria, la profesora y sus compañeros lo detestaron sin ninguna explicación. Habían pasado cuatro años de haber entrado y aún no se atrevía a quejarse con sus padres.
Su madre podría entenderlo y aconsejarlo, y posteriormente contárselo a su padre.
En cambio, su padre era un sujeto de carácter temperamental y estaba seguro de que era capaz de intimidar a la profesora y a los alumnos con tal de verlo bien
Pero eso acarrearía más problemas y lo que menos quería era eso: Problemas.

A pesar de que no lograba discernir el porqué de sus abusos, intentaba verle el lado positivo a todo.
Sacaba buenas notas, en especial en inglés, provocando más bullying por parte de sus compañeros y profesora.

Ese día comenzaron un tema nuevo en Lectura y se la pasó la mayor parte del tiempo mirando por la ventana, suspirando.
-¿Qué hacéis mirando como tonto la ventana? ¿Acaso pensáis estupideces como siempre?

Ignoró por completo el comentario ofensivo del chico que se sentaba a su costado derecho y siguió en sus cosas.
-¡Te he hablado!-gruñó el estúpido niño, dándole un puñetazo en el hombro.
El golpe fue tan brutal, que Román tuvo que morderse la lengua para no gritar de dolor. Se agarró el hombro y miró con odio a su compañero.
Su padre le estaba enseñando a pelear en las tardes, y pensó que jamás le serviría de nada porque odiaba la violencia, pero en ese momento agradeció infinitamente las pocas clases de combate y astucia que pasó con su padre.
-¡Déjame en paz!-le gritó, levantándose del pupitre con violencia y agarrandolo de las solapas de su camisa, lo levantó de la silla sin dejar de mirarlo con sus petulantes ojos verdes que irradiaban ira, rabia y locura.
El chico entornó los ojos y gritó, captando la atención de todos, en especial de la profesora.
-¡Sueltalo inmediatamente, Román!-le gritó la profesora, abriéndose paso en las filas de sillas.
Pero Román ya estaba harto. Si lo expulsaban, sería por vengarse de los que optaban por molestarlo.
-Lo haré con mucho gusto, profesora-dijo en inglés y esbozó una sonrisa siniestra, dejando helada a la profesora, que se quedó estática a mitad del camino. Era algo nuevo en él la manera de sonreír de tal manera que irradiara miedo a los demás, que siempre había sido un chico tierno y dócil.

Román alzó el puño y le propinó un golpe justo en la nariz a su compañero, rompiendole al instante el tabique.
Todos gritaron horrorizados cuando lanzó al niño al suelo lleno de sangre.
Y como si nada hubiera pasado, Román recogió sus cosas y salió tranquilamente del salón de clases.

¿Acaso la descendencia de Egon Peitz había traspasado fronteras, hasta llegar a congresarse en el hijo de Kevin Black, 16 años después de su muerte?

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora