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Adam colgó instantáneamente y mandó al carajo su teléfono. Lo dejó cargando y salió al pasillo. No le interesaba saber el por qué, solo quería destrozar algo con las manos. A pesar de que su tío Gabriel hizo el intento de continuar hablándole del asunto, se negó a escucharlo.
¿El maldito padre de Beatrice había sido el culpable de la muerte de su madre?
¿Entonces por qué demonios el bastardo de Set quería hacerle pagar a Keren sobre la muerte de su padre, si de todas maneras él también era culpable?
Comenzó a dolerle la parte baja de la cabeza. Y tuvo que sostenerse del barandal de las escaleras para no caerse. Se sentó en el primer escalón y gruñó.
Mientras asimilaba la situación, escuchó la mezquina voz del oficial Mackencie hablarle a Beatrice. Sintió una oleada de ira dentro de su cuerpo hacia ella.
Se levantó del escalón y comenzó a bajar lentamente. Visualizando todo a su paso.
Los ojos verdes del oficial se encontraron con los suyos y ninguno desvió la mirada. La sala estaba tal y como había estado momentos atrás: desordenada y llena de sangre de su hermana.
-No pises ahí-oyó la voz del policía joven que era el traductor y Adam lo ignoró.
Se dirigió a la cocina donde parecía estar Beatrice.
Y sí, ahí se hallaba, mirando a la nada con las manos sobre el fregadero, con el grifo abierto y con el agua cayendo sin cesar.
Caminó hacia ella y se situó justamente detrás.
-Llamaron de la morgue-dijo ella de repente-tengo que ir a traer a mamá.
-Ya es demasiado tarde para eso-respondió él-ve mañana.
-No. Voy a ir por ella ahora mismo, solo te estaba avisando-repuso y cerró la llave del grifo y se secó las manos en la franela de la cocina.
-¿Sabes qué? Haz lo que quieras-le dijo con desagrado, tomandola por sorpresa-después de todo tengo que estar al lado de mi hermana, ya que está hospitalizada por la culpa de tu querido hermano.
-Por supuesto. Tienes que estar con ella y yo con mi madre-le espetó molesta.

A Adam no le estaba gustando su actitud y estaba pidiéndole al cielo que le diera paciencia, porque si Beatrice hubiese sido un chico, desde hace mucho le hubiera cerrado la maldita boca de un golpe. Y más ahora sabiendo que su padre ocasionó la muerte de su mamá.
-Me dejas la dirección de esta casa y la del hospital cuando te vayas-le dijo al verla alejarse a la sala donde aun estaba el oficial y el joven policía, presenciando la discusión.
Y Beatrice, girando sobre sus talones, regresó a la cocina y agarró un trozo de papel y un lápiz que había en la nevera y furiosamente le anotó las direcciones.
-Gracias-le agradeció con sarcasmo.
Pero ella lo ignoró y se dirigió a las escaleras.
Adam gruñó y se acercó a la sala con la hoja en sus manos.
-¿A qué hora vendrán esas personas? La sangre ya está seca, podría haberla limpiado desde ese rato-farfulló, tratando de intimidar al oficial Mackencie.
-La verdad es que nadie vendrá realmente-dijo el joven policía con una sonrisa ligera-solo nos ordenaron vigilarlos. No es un caso de homicidio en sí, sino una estúpida riña. El rubio que se llevaron ya lleva antecedentes de por sí.
-¿Y por qué carajos no dejaron que limpiaramos este lugar?-les espetó.
-Puedes hacerlo ahora mismo.
-Son un par de imbéciles-les escupió cerca de sus pies.
El oficial Mackencie se le fue encima y lo sometió contra la pared.
-¿Quieres quedar arrestado por faltarle el respeto a un oficial?-le preguntó el policía joven riéndose mientras la cara de Adam estaba estampada a la pared. Un dolor insoportable le recorrió toda el rostro, señalando los antiguos golpes de Set y ahora la cruda fuerza del oficial.
-Dile que me suelte-masculló entre dientes.
-No lo hará a menos que le pidas perdón-se burló.
Y el oficial Mackencie incrementó su fuerza y Adam gruñó.
-Si no me suelta ahora mismo, los mataré a ambos-lo amenazó. Pero el chico policía rompió a reír y el oficial arqueó las cejas.
-Se los advertí.
Y dicho eso, Adam reunió fuerzas en sus piernas y alzando la rodilla hacia adelante, la proyectó hacia atrás y de una patada se sacó de encima al oficial, este cayó sobre el sofá, aturdido.
El policía joven se quedó boquiabierto y trató de agarrar a Adam pero él fue bastante rápido y le dio un puñetazo en la nariz, quebrandosela al igual que Set, solo que este chico rompió a llorar mientras se agarraba la nariz. Chorros de sangre fluian de sus fosas nasales y se alejó hacia la calle.
Pero Adam lo tomó del cuello y lo tiró al suelo.
-Te lo advertí-repitió Adam y agarró un trozo de cristal de la mesita de en medio y se la colocó sobre la yugular.
-Por favor, no. ¿Qué haces? ¡Irás a la cárcel si me matas!-imploró con angustia y terror.
Pero Adam estaba sintiendo una extraña satisfacción al ver el dolor ajeno. Sus pupilas dentro de sus ojos mieles se dilataron al momento en que movió la mano de izquierda a derecha sobre el cuello de aquel chico. El filo del cristal abrió como canal la piel palpitante y sometió al policía con ambas manos para que muriera lenta y dolorosamente.
Los ojos del joven estaban abiertos como platos y de su boca surgiern burbujas de sangre y gorjeos desgarradores. Se estaba ahogando con su propia sangre.
Adam acercó su rostro al suyo mientras se retorcía entre sus manos y lo miró fijamente.
-Nos veremos pronto en el infierno-y le quebró el cuello para terminar de una vez con aquel trabajo.
Y no se dio cuenta que Beatrice lo observaba inmóvil al término de las escaleras. Estaba blanca como una hoja pero él ignoraba su presencia, puesto que su atención estaba en el oficial Mackencie que tenía los ojos desorbitados, sabiendo que le tocaba su turno.
Adam se puso de pie con una sonrisa y lanzó el trozo de cristal al suelo, cerca del cadáver.
-El siguiente es usted-se arremangó las mangas del sueter, que estaba manchado de sangre y se acercó lentamente a él.
-¡Eres un loco!-gritó el oficial en inglés y Adam asintió-¡Pero te mataré!
Y sacó una pistola de su uniforme, no tenía silenciador y tampoco le había quitado el seguro.
Le apuntó con las manos temblorosas a su cabeza.
Adam se detuvo un momento para procesar la situación.
-¡No!-gritó Beatrice-¡Alto, no! ¿Adam, que has hecho?
Y aquello fue la mejor distracción que Adam pudo desear. Pues el oficial titubeó y ahí fue donde él se le fue encima a golpes. Forcejearon el arma con brusquedad y a base de golpes y patadas, le logró quitar el arma.
-Beatrice sal de aquí-le ordenó Adam con una ceja elevada. Le quitó el seguro a la pistola y el oficial gateó horrorizado hasta la cocina.
-¡Por favor, no!-gimió ella aterrorizada.
-No me conoces, Beth. Y déjame decirte que este es el Adam que no quería que conocieras, ahora sal de aquí-le gritó.

Alterada, le obedeció y salió a la calle tropezandose con sus propios pies. Le provocó ganas de vomitar la nueva sangre mezclada con la de Keren y quedó en el porche agazapada y temblando.
Adam cuadró los hombros y con ambas manos, sostuvo la pistola y se acercó poco a poco a la cocina donde el hombre se había ocultado.
Lo halló entre la estufa y el fregadero con un cuchillo en la mano(el hermano del cuchillo que había herido a Keren), tratando de intimidarlo pero Adam ya estaba harto de ser siempre el que se rinde muy pronto. El policía joven que asesinó ya era el segundo civil que mataba y un tercero no le hacía daño a nadie.
-Piensa bien lo que estás haciendo, bestia-dijo el oficial Mackencie con voz temblorosa-te irás a prisión por el resto de tus días si no te rindes ahora.
-Con que sabes hablar inglés, cabrón.
-Sé hablar todos los idiomas, ahora baja el arma y quédate quieto-le ordenó, alzando el cuchillo pero Adam se acercó un poco más.
-Mi padre fue un asesino en su juventud, uno de los mejores, ¿y sabe qué? Agradezca que no comparto lo mismo que él.
-¿Qué?-preguntó el oficial a la defensiva.
-No me gusta torurar a las personas. Es mejor una muerte rápida, ¿no cree?-se llevó a los labios la boquilla de la postila y la besó-le diré que haré primero.
-¡Atrás, no te acerques!
-Le apuntaré justo en medio de los ojos y tiraré del gatillo. Solo sentirá un dolor espantoso y después nada, ¿divertido, no?-se rascó la sien con la boquilla y le guiñó el ojo.
-¿Cómo es posible que tu padre te deje hacer esto? ¿o ya se está pudriendo en la cárcel?
-No hable mal de mi padre-siseó, apuntandole de nuevo y el oficial tembló-mi padre se llama Egon Peitz y era uno de los más buscados por estos lugares.
-¿Egon Peitz?-hubo un reconocimiento en los ojos verdes del oficial.
-¿Lo conoce, no?
-¡Mi padre formaba parte de su asqueroso grupo de narcotraficantes!-gritó el sujeto con el rostro sudoroso-incluso se metió de encubierto a la cárcel de Austria para ayudarlo a salir, ¿y sabes qué hizo tu maldito padre? ¡Lo mató, aun sabiendo que era su amigo!
-Que historia tan ridícula.
-Mi padre se llamaba Gale Mackencie.
-Todavía me sigue pareciendo ridícula, créeme-y meneó la cabeza de un lado a otro-ya me cansé de todo esto. Quiero ir a ver a mi hermana y si te dejo con vida, serás como una piedra en el zapato.
-No lo hagas. No seas como tú padre-le suplicó-he leído sobre él y fue un asesino a sangre fría. Tú no seas como él.
-¿Y quién te dijo que mi mayor sueño no es ser como él?-resopló y sintió sudorosas sus manos.
-Por favor...
Entonces Adam vaciló por un momento y pensó en dejarlo libre pero recordó lo estúpido y maldito que fue con él hacía unos minutos al someterlo a la pared y de nuevo las ganas de explotarle los sesos volvió a él.
Y sin dudarlo, jaló el gatillo hacia atrás y el sonido estruendoso del arma resonó en las paredes y la bala se impactó justamente en el ojo derecho del oficial, quien antes de caer el suelo ya había muerto.
Guardó la pistola en sus pantalones y con asco cogió al oficial de sus extremidades y comenzó a arrastrarlo hasta donde se hallaba el chico policía con la garganta abierta y desangrada.
Suspiró cuando los apiló uno encima del otro y se sacudió las manos. Se irguió totalmente y se encontró con la verde mirada de Beatrice cristalizada por las lágrimas en la puerta.
-Eres un asesino-le dijo con repugnancia.
-Soy un asesino-asintió-y eso te viene valiendo ma...
Y entonces Beatrice corrió hasta él y lo abrazó con fuerza.
-Por favor, dime que lo hiciste porque no tenías opción y no por gusto. Por favor, por favor-le susurró en la oreja. Pero él la agarró de la cintura y la apartó con brusquedad.
-Me molesta muchísimo tus cambios de humor. Hace rato me estabas hablando como si yo fuera el mismísimo Hitler y ahora me tratas como si fuera el Papa Francisco. No jodas-masculló, irritado.
La sorpresa de Beatrice fue tan impactante que Adam no pudo evitar reírse.
-Si no me vas a ayudar a deshacerme de los cuerpos, será mejor que no en estorbes, amor-le dijo, y la palabra "amor" la mencionó con sarcasmo. Y la dejó de pie ahí, con la boca abierta.
Él se encargó de ir a la cocina por el mismo cuchillo que había sostenido el oficial Mackencie para ejecutar la tarea de desmembrarlos a ambos y desaparecerlos.

Adam había cambiado. Luego de sentir satisfacción en asesinar a aquellos dos pobres hombres, deseó poder continuar haciéndolo. Y ahora ni si quiera iba a sentir ningún tipo de piedad por nadie, porque nadie lo merecía.
Entendió perfectamente a su padre.
Ser asesino no era tan difícil.
Ser asesino se trae en las venas, después de todo...




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Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora