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Días después, Keren y Set ya se hallaban entrando a Los Ángeles con la mejor vibra y satisfacción. El amanecer estaba cercano y el aire era relajante.
Pero de los dos, el que portaba un brillo singular en los ojos al mirarla era él.
Sabía que había hecho lo correcto al casarse con ella, ya que le garantizaba la seguridad y protección para con Keren en todos los ámbitos.
Ya tenía más derechos y obligaciones para cuidar de ella, y le emocionaba esa idea.
-No compramos el cargador para llamarle a mi papá-la oyó resoplar.
Él apartó la mirada de enfrente para prestarle atención.
-Pero ya estamos llegando. No te preocupes.
-Sí, aunque espero que mi padre no me regañe por haberle desobedecido.
-Va a olvidarse de ese minúsculo detalle cuando sepa que nos hemos casado-vaciló y ella entornó los ojos.
-¡Es verdad!-gimoteó alarmada-¡Mejor larguemonos a Shangai!

Set alargó su mano y ella situó la suya encima.
-Te protegeré de todos, incluso de él.

Albergada por su calidez, esbozó una sonrisa y postró su oscura mirada al frente, esperando ansiosa el momento en el que tendría que plantarle cara a su padre y hermanos.

Se ubicaron a la perfección usando el GPS del coche y además de pasar a comprar un café mañanero, decidieron desayunar antes de llegar a la casa de Roch para tener energía.
Keren se la pasó todo el rato observando fijamente a unos niños que eran gemelos, niño y niña, que jugaban en el área de juegos mientras sus padres charlaban seriamente con un hombre de traje, que parecía ser abogado.
-¿Será que esa pareja va a divorciarse?-le preguntó a Set, señalandolos con la barbilla.
Set siguió con la mirada hacia donde le había indicado y ladeó la cabeza.
-¿Qué te hace pensar eso?-replicó, juntando las cejas-tal vez estén hablando de alguna herencia o problemas legales, diferentes al divorcio.
-Mirales la cara-murmuró-están estresados y tensos.
-Quizá es una pelea de bienes-dijo él, encogiendose de hombros e hincandole el diente a su panquecito.
-Debe ser terrible estar en esa situación.

Terminaron de desayunar y abordaron el coche nuevamente. Ella continuaba con la mirada perdida y con aire pensativo en todo el camino hacia la casa de Roch, pero Set no quiso cuestionarla.
Y para cuando él giró en la esquina de la calle donde estaba ubicada la casa de Roch, frenó bruscamente y palideció.
Keren volteó a verlo con el ceño fruncido.
-¿Qué pasa? ¿por qué...?
-¡Tenemos que irnos!-le cortó él y cambió a reversa, pisando el acelerador hasta el fondo. Salieron disparados hacia atrás y ella tuvo que agarrarse del tablero para no golpearse.
-¡Qué ocurre!-chilló, asustada.
-¡La casa de Roch está destrozada!-le contestó, maniobrando con el coche y echandolo andar hacia la dirección opuesta.
Keren miró horrorizada la casa a lo lejos y sí, Set tenía razón.
Por lo que ella alcanzó a ver, la puerta principal estaba partida por la mitad y tirada en medio de la calle. Había huellas de neumáticos que derraparon en el asfalto al escapar y el olor a plástico quemado aún se podía percibir.
-¡Para el coche!-gritó ella-¡Para el coche!
-¿Estás loca? Van a matarnos-masculló él, incorporándose a toda velocidad a las calles transitadas.
-¡He dicho que pares el coche y regresemos!-vociferó con voz estridente. Sus ojos oscuros irradiaron cólera y él titubeó un segundo-¡Ahora, Set!

Su ahora esposo apretó los labios y se detuvo.
Aferró el volante con fuerza y dio vuelta en U, para volver, sin embargo, no avanzó. Se quedó quieto con el coche encendido.
-¿Quieres que nos maten?-siseó el rubio con voz monótona. Ni si quiera la miraba. Sus ojos aqua, los cuales habían adoptado un color grisáceo, ardían de incertidumbre.
-Mi familia puede estar herida y yo no voy a abandonarlos-sentenció con enfado-ahora haz el favor de acercarte o yo misma caminaré hasta allá.

A regañadientes, Set obedeció. Avanzó lentamente hacia la calle de la casa y se estremeció al ver otra vez las señales de forcejeo y lucha.
Y ni bien había aparcado, Keren abrió la puerta y bajó corriendo hacia la casa.
Él se apresuró a alcanzarla y tropezó al bajar. Sabía que en algún momento iba a necesitar lo que había guardado en la cajuela del coche y de inmediato cogió la pistola que yacía envuelta en un pañuelo. Le dio alcance con rapidez y la agarró del brazo.
-Quédate detrás de mí-le indicó, quitándole el seguro al arma y notó la tranquilidad en el rostro de ella al ver que no iban desarmados-camina donde yo camine, ¿okey? Y no te separes de mí.
-¿Qué crees que habrá pasado?-susurró, aferrando su mano al brazo de él.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora