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Henry, quién había tomado la decisión de resguardarse detrás de la ventana de la casa con una perfecta visión de lo que pasaba en el interior, se quedó de piedra al presenciar la escena. Abrió los ojos como platos al ver como la señora de cabello castaño se tambaleaba y caía al suelo en un golpe sordo y su esposo corría a ella con el rostro horrorizado.
Había hecho bien al no marcharse, tal y como les había hecho creer a todos.
Y se sintió orgulloso de sí mismo al darse cuenta que no se había equivocado al no agradarle ese sujeto rubio.
Pegó un salto del susto cuando vio a su padre arremeter contra el rubio y bañarlo a golpes a pesar de que este ya estaba lo suficientemente herido como para dañar a alguien más.
Vislumbró enseguida a su hermana gritar horrorizada en dirección a la señora de mal genio que probablemente ya estaba muerta y la vio correr a verla.
De inmediato su hermano, acompañado de una chica pelirroja, el chico que había estado en el sofá y el niño de cinco años bajaron casi tropezando de la escalera con los rostros pálidos y asustados, queriendo saber que pasaba.
Por desgracia, él no podía hacer nada. Deseaba ayudar pero sabía que solo empeoraria las cosas con su presencia, sin embargo, el ruido de unos autos aparcando de una manera poco normal en la acera lo acojonó.
Se tiró al césped y se arrastró a la parte trasera de la casa para no ser pillado por esos sujetos que bajaban dramáticamente de las... camionetas negras, muy sospechosas.
Todos iban armados y vestidos de negro, típico de las películas de acción. Así que se las ingenió para espiarlos en la penumbra.
Agudizó la mirada y rápidamente la centró en un sujeto en particular que esperaba pacientemente en una de las camionetas con la vista puesta por donde los sujetos iban caminando. Él era el único que iba vestido con ropa casual y de un tono escarlata.
Era rubio, alto y un poco delgado. Llevaba gafas de sol y fumaba un cigarrillo sin parpadear.
Le hubiese gustado continuar vigilando al sujeto rubio pero el estruendoso ruido de la puerta quebrarse le hizo recuperar la atención a la casa.
Los seis tipos lograron derribar la puerta e filtrarse al interior sin miramientos.
Enseguida un sinfín de gritos alterados bañó la noche. Si bien habían estado gritando, no se escuchaba gracias a que la casa estaba cerrada completamente pero como ya no había puerta, los gritos parecían haber aumentado en su máxima potencia.
Apretó la mandíbula y se asomó con sigilo por la ventana y retuvo el aliento cuando divisó a su padre ser inmovilizado por tres de ellos, golpeandolo al mismo tiempo y derribarlo al suelo sin tener el menor respeto. Luego notó como su hermana había sido acorralada por uno de esos tipos y trataba inútilmente de alejarse. Frunció el entrecejo al darse cuenta que ella estaba emocionalmente afectada como para defenderse, ya que su hermana no era una chica débil, por lo que había visto horas atrás.
Y a unos pasos de distancia percibió a su hermano golpeando a otro tipo con todas sus fuerzas, tenía la mirada de un loco pero tal vez dedujo que lo había tacleado y se le fue encima a otro, sin darse cuenta que el sujeto que había tirado se levantó y lo sometió por detrás.
El tipo que quedaba libre, por así decirlo, acorralaba a Dylan, a la pelirroja y al niño con una sonrisa maliciosa hasta que llegaron a la pared.
Los demás adultos, sin contar a su padre, estaban en el suelo inconscientes.
Se debatió en el césped en entrar a ayudar o quedarse afuera como un idiota sin hacer nada.
Pero no podía entrar por enfrente porque el hombre rubio lo vería y lo mataría. Solo tenía que pensar en la posibilidad de que esa casa tuviera una puerta trasera y así entrar por sorpresa.
Sonrió a sus adentros y ajustándose las correas de la mochila en sus hombros, se deslizó a la intimidad de la casa en medio de la oscuridad.
Cuando llegó a lo que parecía ser el patio trasero, alzó un puño en el aire como muestra de victoria y saltó la barda de madera con agilidad, cuidando de no hacer ruido.
Giró el pomo de la puerta y entró lentamente a la casa.
Como todo estaba oscuro, tenía que caminar con las manos extendidas hacia adelante para no tropezar y caer. Pero una de las veces que tocó con las manos la pared, se equivocó y tiró por accidente un vaso de cristal. Cerró los ojos y se detuvo con el corazón palpitandole con mucha fuerza en su pecho.
Agudizó los oídos y esperó a que vinieran a buscarlo, pero no sucedió nada.
Volvió a andar en la penumbra a ciegas, ahora con los brazos bien firmes a sus costados porque preferiría tropezar a volver a hacer ruido. Llegó a la puerta flexible y vio la luz por debajo de esta. Se asomó por el picaporte y vio todo desde un panorama diferente, más sangriento y sepulcral.
-¡Se arrepentirán de todo esto! ¡Se arre...!
La voz de su padre se calló abruptamente gracias a un puñetazo del sujeto que lo tenía apresado en el suelo con el zapato y una M16 situada en su cabeza.
-Cállate-le espetó uno de los que tenía acorralado a su hermana-llamen al señor Steve.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora