Keren no tenía ganas de deshacer aquel abrazo y tampoco Set.
Los dos se encontraban abrazados en medio de una calle desierta, temblando pero reconfortandose el uno al otro.
La piel de él ardía y numerosos temblores abarcaban absolutamente todo su cuerpo y ella lo calmaba susurrandole palabras cálidas en su oído y lo tranquilizaba por breves momentos hasta que tenía que comenzar de nuevo.
-No estás solo, me tienes a mí ahora-aquel era uno de los cientos de susurros que lo tranquilizaba, sumándose al sinfín de caricias en su espalda y en la base del cuello.
El aire helado de la noche no impidió que continuaran más tiempo ahí, abrazados, sintiendo el calor de sus cuerpos bajo la tenue luz de un farol de la calle.
Él se resistía a no llorar. Quería ser fuerte. Quería ser fuerte para ella, darle fuerza; pero simplemente no podía en ese momento. Había visto morir a su madre frente a sus ojos y no hizo nada para impedirlo.
-No sigas atormentandote, te lo ruego-murmuró ella sobre su cabello. Él inhaló el aroma de su femenino cuello y se palpó de ese delicioso olor por varios segundos.
Poco a poco, Set deshizo el abrazo y la sujetó de los hombros.
La miró a los ojos y ella a él. En aquellas miradas podía verse dolor y confusión. Cólera y rabia. Amor y odio. Todo a la vez.
Y en ese momento, Keren tomó la iniciativa de besarlo. Verlo con el rostro sonrosado y sudoroso de tanto llorar le partió el corazón y lo besó.
En cuanto sus labios se rozaron, no quisieron separarse más. Se fundieron en un largo beso húmedo y salado. Lágrimas de ambos.
Set le acarició el cuello y la mandíbula en medio del beso, ansiando tenerla más cerca.
-Debemos ir a casa a avisarle al señor Rex sobre lo de tu mamá-dijo ella en cuanto dejaron de besarse. Él la había abrazado y ella podía escuchar los latidos acelerados de su corazón.
-No.
-¿No?
-No. No quiero ir. Siento que me voy a romper frente a él y no quiero. No tengo fuerzas para decirle que mamá murió-titubeó y tragó saliva-tampoco sé que hacer con la muerte de Miles... su abuelita... ay Dios...
-Tranquilizate, por favor...
-No sé que hacer. Solo sé que no quiero ir a casa.
-¿A dónde quieres ir ahora? Yo voy contigo. No te dejaré solo esta noche.
-Hay un lugar donde he pasado algunas noches cuando no quiero ir a casa pero quizás no sea apto para ti-se mordió el interior de las mejillas y su piercing de la ceja se contrajo al hacer una mueca.
Pero ella lo tomó de la mano con firmeza. Su cabello castaño y revuelto se alborotó más con el aire.
-Iré contigo.
-¿Estás segura?
-Prometí no dejarte jamás. Y en estos momentos quiero cuidarte.
-No necesito una niñera, gracias-graznó.
-Lo sé; pero si permanezco contigo, te daré la fuerza suficiente para afrontar cualquier cosa. Además estoy segura que ese tal Black no se dará por vencido fácilmente y nos buscará, pero para ese entonces tú ya debes estar bien para asesinarlo.
-Hablas tan hermosamente...
-Es de familia, y ahora vamos. Llévame a ese lugar.
-Nos iremos en taxi, ¿está bien? Conducir esa maldita camioneta nos traerá problemas.
-Por mí está bien. Vámonos-le apretó la mano y comenzaron a caminar por la acera.
Todo estaba oscuro y los automóviles se escuchaban en la lejanía.
Keren se hallaba muy segura con Set. Y entendía perfectamente su dolor. Ahora ambos no tenían mamá. Pero ella lo consolaria al máximo.
Mientras caminaban rumbo a una calle transitada para tomar un taxi, Keren no dejaba de darle vueltas al asunto de Black. Él había sido amigo de su padre y al parecer ahora lo odiaba. Se preguntó por qué demonios tuvo que cruzarse con ese tipo.
Set le hizo la parada a un taxi y se subieron.
En todo el trayecto a una dirección rara, Set no dijo nada y ella tampoco. Tardaron como quince minutos en llegar, él le pagó al chofer y bajaron del taxi.
Habían llegado a una zona fúnebre y escalofriante. Habían casas pequeñas y autos viejisimos.
Era como el barrio pobre de la ciudad. Se escuchaba voces de las tv's de los vecinos y gritos de niños en el interior de las casas vecinas.
-Perdona que sea fuera de lugar, recuerda que te dije que quizás no era apto para ti; pero aquí tengo una vivienda a la que siempre vengo cuando hay problemas-la tomó de la mano y le instó a caminar-he pensando que es el mejor lugar para ocultarse si en caso hay alguna emergencia y creo que yo tengo una emergencia en mi interior y necesito estar a salvo. A salvo contigo-la miró por el rabillo del ojo sin dejar de caminar.
Keren hizo caso omiso a todo lo que había a su alrededor y se centró en él. No quiso escrutar más de lo debido y se dedicó a mirar sus pies en todo el camino por terracería. De algo le sirvió ir deportiva.
Tropezó con varias rocas pero él no la soltó, sino que la sostuvo con fuerza para no dejarla caer y después la abrazó encima de los hombros para que no volviera a tropezar.
-Es esa casa de allá-le indicó con el dedo y Keren alcanzó a verla. Era una casa mediana y de dos pisos, color mostaza. Era más "elegante" que las demás y suspiró-¿Podrías abrir? Necesito checar algo-le entregó una llave y ella asintió.
Se dirigió a la puerta con sigilo, mirando a todas partes por si en caso un vago o algún loco la asustaba pero estaba todo desierto.
Incrustó la llave dentro de la cerradura y abrió la puerta.
Alargó sus manos y acarició la pared en busca del interruptor y encendió la luz.
Se quedó sorprendida al ver el interior de dicha casa: Tenía muebles y olía bastante bien.
Frunció el ceño y entró.
Había muchas cosas ahí. Cosas personales de Set como fotografías de él y Beatrice, o con su madre. Pero no con Trenton.
Se preguntó como fue que Set pudo alquilar esa casa.
Había un sofá grande y cómodo. Una mesita en el centro, y a lo lejos se notaba una cocina. Y las escaleras se perdían en el piso superior junto al pequeño comedor.
-Subamos, allá arriba estaremos mejor que aquí-le dijo Set cuando entró y la vio en el sofá.
-¿A dónde fuiste?
-Con el propietario. Necesitaba hablar con él antes para que no se sorprendiera al ver movimiento dentro-cerró la puerta-vamos.
Keren asintió y lo siguió.
En el piso superior solamente había una cama matrimonial con almohadas, un mueble con cajones, un espejo de cuerpo entero, un ventilador y una silla.
-¿Cómo conseguiste tener todo esto?-le preguntó, acariciando la cama.
-Las cosas venían incluidas con la casa. Di mucho dinero por adelantado y bueno, es mi segunda casa. Ahora ya la conoces y también es tuya.
-¿Sabes? Si de verdad fuese mía esta casa, ya me hubiese venido a vivir aquí desde hace mucho-agregó ella, sentándose en la cama.
Set, que estaba quitándose la sudadera de encima para sustituirla por una sudadera color verde aceituna que había sacado de uno de los cajones, la quedó mirando a mitad del proceso de ponersela y ella lo miró también.
Su tatuaje de dragón saltó a la vista y Keren se mordió el labio. ¿Por qué era tan guapo y tan tóxico a la vez?
Él se quitó el gorro azul que traía sobre su cabeza y terminó de ponerse la sudadera y después se sentó junto a ella.
-Estás conmigo ahora y puedes venir las veces que quieras-le dijo.
Ella asintió y alzó una ceja.
-¿Tienes alguna playera que me prestes? Mi sudadera blanca ahora es café de tanto polvo.
-Creo que tengo una playera negra sin mangas que puede servirte-repuso él y se inclinó a rebuscar en los cajones. De ahí sacó una playera blanca sin mangas y se la entregó-es blanca.
-Gracias-la tomó en sus manos y se ruborizó-eh, voy a cambiarme.
-Está bien. Estaré en las escaleras-replicó Set y se encaminó al pasillo.
Keren se apresuró a quitarse la sudadera y a ponerse aquella playera de Set, la cual le quedaba muy grande, pero muy cómoda.
-Ya puedes pasar-le avisó y él entró de nuevo a la habitación con las manos dentro de la sudadera.
Advirtió que Set todavía seguía aguantandose las lágrimas ya que sus ojos estaban enrojecidos y llorosos, y su nariz estaba también roja.
-Ven, siéntate conmigo-lo llamó y él obedeció.
El aroma que había en el ambiente era su perfume. Un perfume masculino y delicioso. Era como estar abrazandolo.
Los ojos de Set miraban el vacío y no parpadeaban.
Sabía que quizás lo que tenía en mente iba a molestarlo pero le restó importancia. Keren, con decisión, le colocó la palma de su mano sobre el pecho de Set y comenzó a acariciarlo lentamente hasta ir viajando hacia arriba, hasta su cuello y después mandíbula.
Cuando se vino a dar cuenta, él ya estaba mirándola fijamente, y su mirada viajaba de sus ojos a su boca y viceversa. Él quería besarla. Y ella quería besarlo.
Continuó acariciandolo y Set se fue inclinando a ella con ligeramente, hasta que con un leve titubeo, frotó sus labios con los suyos y Keren lo atrajo más a sí sujetandole el cuello y parte de su rubio cabello.
Él tenía barba de algunos días que le rasparon el cuello y las mejillas cuando la besó apasionadamente por todas partes que ella le permitió besar.
Sí hacer el amor con Set era la mejor manera de hacerlo olvidar por un rato el asesinato de su madre, estaba dispuesta a entregarse a él sin importarle las consecuencias. Era virgen, pero, ¿Qué importaba?
Ese chico la necesitaba. Ella era como su timón y no podía abandonarlo. Además, quería hacerlo con él. Lo deseaba y el sentimiento de atracción era mutuo, podía sentirlo.
-Set-le susurró, jadeando. Sus besos la habían dejado sin aire. Y las manos de él estaban posicionadas en su cintura, queriendo levantarle la playera.
-¿Qué ocurre?-le preguntó él, respirando entrecortadamente. Había separado sus labios del cuello de Keren, dejándole una marca rojiza debajo de la mandíbula.
La sensación de debilidad que le embargó ella al verlo a los ojos, provocó que volviera a besarlo con el mismo frenesí que al principio.
-Esta noche-le susurró a Set en la oreja, él se estremeció y deslizó sus manos al interior de su playera, por debajo del brasier-soy tuya.
-Mía-gruñó él en respuesta y le besó la garganta, haciendo que ella sintiera un cosquilleo en el vientre y una sensación placentera entre sus piernas-esta noche y siempre.
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Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)
Mystery / ThrillerHa pasado 20 años desde la última vez que Egon Peitz, el peor asesino serial del mundo vio a sus hijos, un par de gemelos preciosos que procreó con su amor de toda la vida; Shelby Cash, quién fue asesinada frente a sus ojos. Ha pasado tanto tiempo...