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Keren había estado esperando ese momento desde el día en el que él fue trasladado a prisión. Había soñado con volverlo a ver, con tocarlo, abrazarlo, besarlo y decirle tantas cosas. E incluso estuvo tentada a ir a buscarlo sin el consentimiento de su familia.
Y ahora que sorpresivamente había salido de aquel lugar y la había buscado, no sabía como reaccionar; sin contar el hecho de que posiblemente estaba embarazada de él.
Sus pulmones se negaban a cooperar en ese instante cuando sintió los labios de Set besarle el cuello y el lóbulo de su oreja derecha.
Después su nariz fue deslizándose hasta la altura de su hombro y sus manos se posicionaron justo en su abdomen, haciéndola respingar.
-¿No vas decir nada? ¿acaso no estás feliz de verme?
-¿Qué haces aquí? Deberías estar en prisión-murmuró ella, incapaz de pensar con claridad.
-Estoy aquí por ti, ¿no es obvio?
Y Keren no supo de donde reunió el valor suficiente para apartarse de él y confrontarlo de frente. No tenía tiempo, si acaso solo unos escasos dos minutos antes de que su hermano y Beth salieran de la farmacia y tenía que arreglar ese asunto.
-¿Cómo escapaste?-lo interrogó, abrazandose a sí misma. Verlo de pie ahí; cara a cara, le provocó ganas de besarlo pero se mantuvo firme.
Él volvió a acercarse y la tomó de las mejillas, acercandola a su rostro. Le dio un leve beso en los labios y le oyó suspirar con agobio.
-Me ayudaron a escapar pero no tiene importancia.
-Claro que tiene importancia, Set-agregó, sulfurada.
Y él esbozó una sonrisa, la que ella tanto le gustaba apreciar y sus piernas temblaron.
-Debes irte-le aconsejó ella, mirando hacia la farmacia.
-No puedo. Vine por ti.
-¿A qué estás jugando, eh?
-¿Por qué piensas que estoy jugando?
-Has escapado de prisión, vuelves a buscarme a pedirme aparentemente perdón y a decirme que has venido por mí y honestamente ya no te creo nada.

Set cerró los ojos con desasosiego y cuando los abrió, Keren alcanzó a verle un matiz oscuro y misterioso en su mirada.
-¿Keren, me amas?

Ella meneó la cabeza y chasqueó la lengua.
-No, Set. Aquí la que hará la pregunta seré yo.
-¿Eh?
-¿Me amas tú a mí?
Set se demoró unos segundos en responder a lo que a Keren le parecieron eternos y evitó rotundamente a cruzar mirada con ella. Por lo tanto, Keren se vio obligada a agarrarle el rostro con ambas manos, acunandolo y lo obligó a mirarla a los ojos.
-Contéstame.
-Si yo no te amara, no estaría aquí, huyendo de la justicia e insistiendote a huir conmigo a mitad de la noche.

De pronto, la puerta de cristal de la farmacia se abrió y Keren se horrorizó.
-Mira, espérame afuera de mi casa, ¿okey? No hemos terminado de hablar-balbuceó y lo empujó detrás de un coche.

Y arreglandose el cabello, se acercó a su hermano y a Beth, quiénes habían comenzado a buscarla.
-¿Dónde te metiste?-Adam miró por encima de su cabeza, tratando de echar un vistazo pero ella se lo impidió, agarrandolo del brazo.
-Había un animal por ahí y quise verlo. Nada importante-añadió con nerviosismo.

Adam, no muy convencido, abrazó a su novia y a su hermano, y los tres se encaminaron a la casa.
Beatrice tenía la cara sudorosa a causa del susto que Adam le había dado cuando apareció en la farmacia de repente. Tuvo que esconder la prueba en lo más profundo de la bolsa y la suerte que la acompañó al haber comprado algunas chucherías de más.
Él también compró cosas sin importancia y la besó enfrente de la encargada para ponerla nerviosa y lo consiguió.
Y ahora que se hallaban de vuelta a casa con la prueba, Beth sintió desasosiego por Keren.
Ella misma probablemente se sentiría de lo peor si estuviera en su lugar.
¿Cómo reaccionaría Set si se enterara de eso?
Tal vez se pondría violento o se suicidaría. Pero estaba tan lejos como para enterarse.
Cuando llegaron a la casa, los tres se dirigieron a las habitaciones sin decir nada. Adam agarró sus cosas y las metió a la habitación de Set de contrabando.
Y tanto Beatrice y Keren casi casi corrieron a encerrarse.
-¿Lista?-le preguntó Beatrice, sacando la prueba con cuidado.
Keren, que ya había comenzado a morderse las uñas, la miró con incertidumbre y asintió. Casi se había comido el esmalte color coral de sus uñas a causa de los nervios.
Cogió la cajita, salió al pasillo y entró al baño.
Tamborileó los dedos sobre el lavado, en espera del valor para realizar la prueba y se mantuvo con la vista frente al espejo. Su reflejo que le devolvió la mirada era el de una chica horrorizada y temerosa que esperaba una mala noticia.
-Solo hazlo. Solo hazlo-susurró, mirándose con vehemencia en el espejo-él te está esperando afuera.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora