Los maderos que en su día circundaban el derruido edificio parecían estar sostenidos por el aura que emanaba de él. Algunos habían desaparecido carcomidos por el tiempo y las inclemencias de la naturaleza. Pero al entrecerrar los ojos se lograba imaginarlos fuertes, jóvenes e invencibles. Ahora, con la voz de la guía que luchaba contra el viento que despeinaba su look erudito, solo nos quedaba la fuerza de la imaginación, la confianza en lo que ella nos contaba y echar mano a wikipedia para trasladarnos a los momentos en que la Abadía había sido abatida por la furia vikinga.
(Monasterio de Lindisfarne)