Después de terminar la imagen, el carpintero reflexiona.
No es que no crea, es que tampoco le inspira nada aquella figura tan recatada que, al observarla desde otro ángulo pareciera que tiene un aura.
Él cree que aún le falta algo aunque ya ha recibido el visto bueno y han quedado encantados.
Camina alrededor de la figura lenta y concienzudamente sin lograr encontrar qué es.
Mucho después de la media noche, exhausto, se va a la cama.
Al día siguiente, la encuentra decapitada.
Su cabeza nunca se encontró.
Pero la imagen sigue expuesta y es venerada hasta la fecha.