La fila es larga y va lenta. De las cinco solo una ventanilla está atendiendo.
Nos movemos impacientes, revisando una u otra vez el celular.
A cada empleado que veo conversando con otro me le quedo viendo fijamente para presionar.
Primero me lloran los ojos.
Alguien llega corriendo a una de las ventanillas y empieza a trastear. Todos lo vemos esperanzados. Luego de cinco minutos se va. Nos vemos unos a otros, dispuestos a reclamar.
Aparece el que podría ser el jefe y nos dice: "ya no atenderemos".
A punto de echarnos encima de él, exclama: "esquefíjenseque se cayó el sistema..."