Monitor

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Caminando entre ellos, va estrechando manos y saludando con su nombre a cada persona que el monitor le susurra al oído.
Ahora, el hombre esta frente a la audiencia observando con atención la ovación con que esta le da la bienvenida.
Se alimentaba de eso, de ese clamor ingenuo y vulnerable que él mismo insta cada vez que se presenta en el foro.
Desde muy temprano las calles que llevan a la plaza se llenan de esa muchedumbre hambrienta del dulzor que satisface el vacío en que el Estado los tiene.
El hombre lo sabe y lo aprovecha.

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