Cuando me preguntan qué sentí al quedar huérfano, lo único que puedo decirles, con vergüenza injustificada, es nada. Cierto que era muy pequeño. Pude haber tenido algún sentimiento por la pérdida. Pero si la tuve, pasó rápidamente.
En el circo somos como una gran familia. Una ciudad. Un mundo. Estuvieron para mí en mis caídas infantiles, en mis primeros amores. Cuando incorporé a mi prometida, la recibieron como una más. Nadie siente soledad a menos que la busque, de lo contrario, siempre hay compañía para reír, llorar, pasar el rato, incluso para soñar, pero sobretodo, para no sentirse jamás solo.