Los libros cayeron desparramados al volcarse la librera cuando el tipo salió corriendo disparando al aire con el botín de la caja en una bolsa, dejando a la dependienta temblando con la boca abierta; a los que estábamos ahí, petrificados, incluyendo al guardia; a los que estaban entrando, sonriendo nerviosamente al no saber qué ocurría o qué hacer.
Fuera, el tipo corría como si nada buscando la salida del lugar y sin levantar sospechas. Los otros guardias al verlo bien vestido dejando una estela de Paco Rabanne que camuflaba la pólvora, le sonrieron indicándole la salida y abriéndole las puertas