Mientras Roca y Cruz discutían quién interrogaría a la despampanante testigo, esta se retocaba el lápiz labial y el maquillaje de los ojos en el espejo del cuarto de interrogatorio.
Roca decía que sucumbiría a sus encantos en un dos por tres.
Cruz opinaba que llevándole algo de beber sería más fácil que colaborara.
La capitana Sic contaba mentalmente hasta diez para no callar de un sopapo a ese par de dos.
Lo último que escuchó antes de salir de la sala de revista fue que harían de poli bueno y poli malo.
Pero no sabían aún quién haría cuál.