Hacía tres semanas que se había instalado en ese lugar. A muchos kilómetros de su antigua vida.
Solo debía esperar otra semana más.
La investigación terminaría con el reporte forense. Suicidio sin cuerpo. Sonaba a novela negra.
Dejar a la deriva el yate fue lo único que creyó que funcionaría. Todo indicaba que había sido acertado.
Quería que todo terminara para instalarse en la casa del faro. Dejar atrás los años de maltrato.
El atardecer que ahora contemplaba era un buen augurio.
Un nuevo hogar. Un nuevo empezar. Y que mejor que un faro para guiar su nueva vida.