De niña le mortificaba su nombre.
Sus visionarios padres no habían dudado en llamarla así en cuanto había nacido.
Ese llanto fuerte, pulmonar y firme les confirmó el futuro que tendría su hija.
Pero la chiquilla, escuálida e insípida, sufría cada vez que alguien le preguntaba su nombre.
En la adolescencia se reveló y optó por Meri. Se sentía mas terrenal.
Aquellos pusieron el grito en el cielo. ¡Es insulso!, le dijeron. ¡No hay pasión ni imaginación!
Pero ella no cedió.
Es más, se formó como los hombres de su época y triunfó.
¿Acaso alguien ignora quién es Mari Curie?