Las manos de mi nieta son como las mías. Dedos largos, huesudos y fuertes.
Mi hijo piensa que tiene manos de pianista. Mi nuera dice que de cirujana.
Ella los mira y les recuerda que, el próximo año iniciará sus estudios de abogacía, como yo.
Para espanto de sus padres.
No les gusta vernos conversar sobre mis aventuras universitarias. Me ven como mala influencia.
Mi nieta, en cambio, me ruega que le describa todo con detalles.
Pienso que, si llega a ser como yo fui a su edad, enfrentará una vida llena de retos impuestos, pero también se sentirá plena y realizada.