Entregué el informe anual que constataba el beneficio que habíamos logrado este año.
Sin embargo, mi jefe tras ojearlo, prescindió de mí en la junta de socios principales, a quienes solo les interesaban esos resultados.
Me indigné.
Era debido a mi trabajo que nuestros números culminaban en negro.
Cerrar la puerta en mis narices fue la gota que colmo el vaso, que yo había tratado de equilibrar porque mi trabajo me apasionaba.
Pero si hoy no actuaba, mañana sería otra a la que explotaran y ni las gracias le dieran.
Por eso renuncié.
Y me llevé mi cartera de clientes