Los tripulantes estaban preparándose para su regreso. Después de casi dos años, tenían sentimiento encontrados: por un lado, querían volver a ver a sus familias; por otro, la aventura del espacio se había convertido en adicción. Verse inmersos en una burbuja sin tiempo ni prisa, sin horizontes ni limites los sumía en una alegría agridulce cuyo conteo regresivo había comenzado tanto para ellos como para quienes los esperaban con el valioso material obtenido durante esa experiencia.
Los tres se vieron al unísono y, como en sintonía, cambiaron el rumbo de la nave y se perdieron de nuevo en el espacio.