GatO

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Con el dedo índice en dirección al felino, el niño le dictaba de modo profesoral las reglas y castigos si no atendía las normas de convivencia en el hogar. Era la tercera vez que su madre le obligaba a limpiar sus travesuras que, con aires de divo, el gato se desmadraba. De rey de la casa había pasado a sirviente de su mascota.
Con voz didáctica y con tono sostenido (no quería que el gato se sublevara), le fue explicando que cuando la naturaleza llamara, la caja para aliviarse estaba allá. Del color que él había escogido, faltaba más!

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