Mi turno termina y espero la llegada de mi colega.
Siempre puntual, hoy ya va cinco minutos tarde.
Empiezo a inquietarme cuando pasa la media hora y él no da señales de vida.
No atiende mis llamadas -pero no me extraña porque nunca lo llamo-, su pareja tampoco logra localizarlo y, cuando mi jefa me increpa porqué todavía sigo en el hospital, tengo que decirle que Franc no me ha relevado aún.
Me sabe mal chivarme, pero una alarma suena en mi cabeza con insistencia.
En eso, nos llama la forense.
Franc está con ella.
Y ya no podrá relevarme