Pasa media hora de nuestra cita y el médico no aparece.
Mi madre me mira ansiosa.
Con la vista le pregunto qué pasa.
Frunciendo los labios me apremia a ver detrás de mí.
Volteo y veo una pintura. Parece que el autor estaba igual que nosotros: ansioso.
Mi madre me pregunta si sé quien quién la pintó. Le digo que no. Es que me pone nerviosa, me dice. No la mires, le digo. Es que no deja de verme. Pues mira para otro lado, la insto.
Aparece el médico que luce como orate.
Nos miramos.
Ahora sabemos quién la pintó.