Otoño, ¿tan pronto?

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Dejo el auto a la orilla del camino y acudo a mi cita andando. No espero a la grúa. Llevo más de una hora de retraso. Seguro tendrá una pieza rota por transitar por estos caminos.
Veo el cielo gris y siento la resaca del calorcito veraniego, pero bien podría agarrarme un aguacero del que ni el más precavido sale ileso. O seco.
Bajo la vista y me encuentro con un chiquillo adorable que me mira interesado.
¿De dónde salió?
En ese momento empieza la lluvia. Abro el paraguas y no es agua lo que cae.
Los dos nos sorprendemos.

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