En la última fila del teatro está la familia del chico que interpretará el solo en violín; dentro del público, los cazadores de talentos camuflados entre los asistentes para evitar esos nervios que traicionan al músico más templado.
Se hace el mutis, empieza el concierto.
El público está encantado.
El momento del chico que se pone de pie.
El éxtasis de la audiencia se quiebra cuando una cuerda del violín se enrosca al soltarse(solo él lo ve).
Un foco explota, chispas deslumbran, simultáneamente el telón de fondo cae.
La ovación es inigualable.
Nadie se percata del estupor del director.