FUSTA

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El corcel corre instigado por la fusta del jinete que con premura huye de sus seguidores.
Secuaces desalmados, sirviendo de sicarios al alguacil.
No son los sospechosos de siempre.
Son todos pequeños idiotas que idiotizados por el poder están incapacitados de pensar por sí mismos.
El dinero los deslumbra.
La noche se alinea con el jinete y le proporciona la oscuridad perfecta para escapar de ellos, ocultándolo.
Los ve pasar de largo con un rictus de satisfacción.
Que no dura mucho.
El último criminal rezagado, lo descubre.
Como cobarde que es, le dispara por la espalda.
Su oscuridad se eterniza.

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