Otoño

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Me alegró encontrarme con mi profesor de filosofía.
Ya lo veía mayor cuando era su alumna, ahora en cambio lo vi encantador.
No sé si era su profusa cabellera blanca que a juego con su sonrisa me recordó a mi profesor de filosofía,
quien con cabello gris, sonrisa oculta y labios apretados,
nos dejaba quietos cuando exponía las ideas que no lográbamos seguir.
Me alegra ver a mi profesor de filosofía, su retrato en mi anuario amarillento,
me recuerda cuando ya graduada y él retirado, coincidimos en un café
y recordamos los malos ratos en su clase y buenos momentos después.

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