Después del último encuentro decido que es suficiente.
Sus palabras no tienen valor ni peso ni sustancia.
Llevar la vida repitiendo la misma escena, escuchando las mismas frases,
sintiéndome culpable por aceptarlo una y otra vez, no es viable ni razonable ni lógico.
A mi alrededor la vida sigue para los demás, mientras yo me encuentro dentro de la burbuja en la que me ha metido la idea de que él va a cambiar.
El cambio no llega, las buenas intenciones no bastan, las promesas siempre han estado vacías.
El auto me lleva lejos.
Me siento libre al fin.